Vuelo en Globo
25 de mayo en 2012
 
Vuelo en Globo
 
Alguna vez pensé que volar en globo aerostático debia ser el deporte menos exigente -e interesante- que uno pudiera practicar con menos de US$ 4000 en el bolsillo. Mejor aún, porque si se considera que un gran porcentaje de toda la parafernalia que se utiliza es sólo aire... debe ser baratísimo.
Y no es aire que sale caliente del pulmón de uno mismo. ¡No!. Es ese mismo que uno puede juntar a la entrada de su casa, que no será tan limpio como el de Antártida, pero sirve igual.
La cuestión es que subir en una canasta levantada por un enorme globo lleno de... aire; contar vaquitas, ver lotes sembrados y solares más una cantidad pasmosa de cielo, todo del mismo tono de celeste, no era algo que gritara aquella frase de publicidad el sabor de la aventura.
Pero luego recordé que en algunos viejos documentales, al bajar, la tripulación era casi reverenciada por gente que la esperaba en el medio de la nada.
Nada por izquierda. Nada por derecha. Nada aquí. Y nada allá, hasta aquellos árboles que se ven en el horizonte.
A eso le sumaba yo el haber visto en alguna película -o serie- que descorchaban botellas de algún espumante mientras flotaban suavemente los tortolitos que iban dentro.
Bueno, pero entonces... algo debe tener que lo hace interesantísimo.
Incluso la caja donde va uno metido es bastante alta, como para ocultar la parte del cuerpo que no es atlética: casi desde el cuello a los pies.
Hasta se lo puede ver como logotipo del Corel Draw (si, yo también lo uso) de cuando era hecho en Canadá.
 
Me apuré a saber todo lo posible porque ya estaba a un mes del invierno y suele hacer mucho frio por esta latitud (Paraná, Entre Rios, Argentina).
Casi me engaño con los datos primarios: en la guia telefónica figura una sola escuela para tal cosa.
Pues bien, lo investigué un poco más. Puse ojos en el Discovery (también hecho en Canadá) y averigüé que no era tan fácil.
 
 
Ya mejor orientado me dirigí al aeroclub zonal.
No tienen ni la enseñanza teórica. Tuve que salir a una cercana ciudad.
Allí me encontré con ¡4! clubes que se dedican a esta actividad. En uno me recibió cordialmente el señor del Campillo que también era piloto de helicóptero y de avión fumigador.
El curso fue breve: 3 semanas, sábados y domingos.
Luego debia sumar horas -25- para permitirme volar solo.
La semana que cumplí las horas tuvo dias con lluvias y dias nublados. La semana que iba a hacerlo solo tuvo dias con lluvia y dias con niebla. Y el -siguiente- fin de semana largo tenia una invitación impostergable.
Quedamos en encontrarnos fuera de la ciudad (¿como si estuviéramos confabulando?), donde mi instructor me llevó un globo blancuzco.
Sospecho que fue en las afueras para no comprometerse ya que un globo enorme, pero blanco, se distinguiria menos en un dia nublado y con lloviznas que no favorecen un "dia de campo"; habria menos testigos de mis maniobras.
Este globo era prestado. Embalado, se presentaba como una araña de 4 patas sobre un esqueleto cúbico de aluminio con unas placas también de aluminio y un bulto en su espacio interior, similar al de los castillos inflables de los cumpleaños.
Una vez armado, inflado y calentado queda con el volumen de una casa mediana.
A los quemadores hubo que sacarles el herrumbre con unos cuantos golpes. Unos 20 fuertes y unos 700 más débiles y suaves.
El tablero de instrumentos en la canasta tenia 3 manómetros. El que debia mostrar la temperatura del aire dentro del globo (pirómetro) no funcionaba. El de la altitud (altímetro) hubiera sido útil si funcionase y no con la medida sobre el nivel del mar (el que está a 420 km. al sudeste). Y un velocímetro de ascenso, que sólo nos indica si bajamos o caemos.
Para la dirección del viento se usa el mismo globo como veleta observando desde donde se nos acercan los cables de alta tensión.
Y para la velocidad horizontal se mira hacia abajo y se calcula a vacas por minuto.
Si bien los instrumentos a bordo son útiles, el buen aeronauta debe aprender a volar "por instinto".
(¿El de conservación de la vida?).
Una de las características básicas es que un globo de estos reacciona a los 15 segundos para subir y 1,5 segundos para bajar. Toma mucho más tiempo calentar el aire que dejarlo escapar por una abertura lateral.
Si sumamos que el viento no es constante ni continuo, al momento de aterrizar nos preguntamos ¿por qué lo llamarán aerostático?.
Bien. Ya con el globo ascendiendo desaparecieron de mi vista los detalles del suelo.
Y el suelo.
Y los alrededores.
Una niebla que no estaba ahí una hora antes me negó toda referencia visual aunque facilitó (y mucho) mi fe en la oración.
Mis opciones eran 2 muy simples: subir despacio o bajar rápido sin ver el suelo. Aunque podria llegar a sentirlo.
Ascendí. Y ascendí mucho.
Casi de repente me encontré con el sol esplendoroso sol arriba y todo borroso y gris abajo. El instructor me habia advertido que si veia igual de pequeñitas las cosas en el horizonte que las que tuviera debajo es porque habia subido demasiado. Y el aire enrarecido podia afectar mi razonamiento.
Pues si. El aire olia raro y debajo no se veia un chot... Pero iba hacia el noroeste, ¡hacia mi ciudad.
¿Cómo sabía que iba en esa dirección?. Pues porque podia ver una papelera en la República Oriental del Uruguay.
Luego de 3 horas de navegación lenta y meditando sobre las facilidades del Google Earth decidí aprovechar un hueco en la neblina que me permitia ver un trozo de ruta (carretera) que iba de norte a sur. Fue relativamente fácil ya que el hueco se movia y cambiaba de tamaño, pero iba en el mismo sentido que yo.
Así llegué a aterrizar en un amplio jardín privado de plantas, pero no de árboles, donde me recibieron con los brazos en alto.
Los míos.
A la guardia del gobernador de la provincia no le caí muy bien.
 
100 % Diego
2012/05/20
 
 
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