A comer

2014/06/18

¡A comer!

 

Cuando uno sale a comer en fondines, comederos o restoranes debe estar preparado para soportar sólo lo que aparece en el menú, restándoles entre 4 y 10 cosas que ya no hacen.

Si el local está completamente pintado en verde limón o azul piscina uno tiene la garantia de que la comida será preparada y presentada con esmero. Posiblemente logre la calificación 3B. Bueno, barato y bonito.

Si en el lugar atiende un camarero simpático que nos dice "es la especialidad del chef" haciendo resonar la ch, más una ambientación recargada -que no es lo mismo que barroca- y nos pasa una langosta hervida estirando su brazo como si no quisiera volver a oler eso nunca más, me vuelvo desconfiado. Se me frunce alguna parte de la anatomia.

En una ocasión el garçon de otro restorán me sugirió al oido la misma bestia hervida. Pero me trajo un babero, unos instrumentos de tortura con la fuente (eso no era un plato simple) que contenia en pose de langosta a la langosta.

Justo a mí que me parece elaborado el bife con papas y huevo frito a caballo.

Agarré la pinza... y fue lo único que realmente pude agarrar. La susodicha pinza resbalaba por el brillante y caliente caparazón. Estuvimos, la langosta y yo, paseando por su bandeja, el platito del pan, la mesa, alrededor del espumante, la bandeja de la otra langosta y una escapada por el asiento de mi silla.

Yo queria impresionar a la señora que me acompañaba, pero no así.

Algo que parecia un cincel de carpintero lo usé para quebrar el caparazón y empezar a comer la carne como se hace con los huevos hervidos. esto provocó una especie de escupida que si no fuera porque salió por un costado en vez de uno de los extremos hubiera resultado escatológico.

El utensilio que parece una lima para uñas terminó por romper el casco de una de las tenazas de la langosta y rasgar por enésima vez el mantel cercano. Sección que fue rápidamente ocultada por la bandeja y la decoración de hortalizas que originalmente estaba arriba de la bandeja.

La ropa que llevé puesta esa noche fue cremada en la tintoria, por recomendación expresa del propietario.

Tiempo después fui convidado para asistir a un restaurant français y me previne de pedir langosta sin caparazón, ya que aún queria saber su sabor.

La homard à la mode fue como si me sirvieran entrada, plato princ. y postre en un solo viaje. Fue en un platón (algo hondo) con chocolate y helado de vainilla; todo en un lago anaranjado ocre a modo de salsa.

Un "plato difícil", no como los almuerzos hindúes que tienen todo servido, pero cada cosa en su plato particular.

De ahí mi preferencia por el estilo BuFFET: Buscás Fácilmente Fijás Elejís Trincás.

Los cocteles son sólo para gente de mundo. ¿Cómo se hace para sostener un plato, un vaso o copa y cortar un filet mignon (que en mi barrio se lo llama bife cito) porque es muy grande para un bocado?. ¿Por qué esa mania de diseñar un menú con algo que tenga que ser pelado, desmembrado, trozado o enrollado en un tenedor?.

Eso al menos cuando hay tenedores. Los que hayan viajado por China, Japón, etc. se encontraron con unos sabrosos spaghetti con salsa de tomates en el menú del avión... servidos con palitos. En toda la aeronave, lo más parecido a un tenedor será algo que forma parte de la mecánica de los alerones o del tren de aterrizaje. Pa' comer: palitos.

No se le ocurra a uno hacerse el mundano informándole a la azafata que eso se come con tenedor (y tal vez una cuchara para ayudar a enrollar) como lo hacen en Italia porque la aeromoza de Japan Airlines, vestida con un elegantísimo kimono blanco con detalles en rojo y dorado nos recordará con una sonrisa y una educada reverencia que los fideos son chinos y los tomates son de la América precolombina o incaica. A eso hay que sumarle que existe una proporción mayúscula de orientales que comen con los dedos o con palitos en la población mundial.

Eso me hizo acordar a los festejos de los 87 años de una laosiana que habia sido la última de su clan en llegar a un campo agrícultor en Entre Rios, Argentina. Le habia costado mucho a su familia convencerla de mudarse a esta parte del mundo y justo en la zona rural, donde los vecinos tienen 4 ó 5 km. entre sus paredes más cercanas.

Se hizo venir a uno de los mejores asadores de la zona y entre otras cosas, el tipo propuso un asado con cuero hecho a la cruz.

Cuando le sirvieron esto a la encantadora damita, la mujer vio un ladrillo de carne bien cocido (sin partes rojizas) con pelos de 5 centímetros de largo en una de sus caras, servido sobre una placa rústica de madera curada, con un cuchillo y un tenedor como para faenar un toro en medio de la plaza de lidia; la tipa agarró el tenedor, lo entremezcló con los pelos, enrolló un poco con presteza y con el cuchillo cortaba lonjas que luego ensartaba y las llevaba a su boca con una armonia de movimientos que daban ganas de cambiarse de ropa por una formal y presenciarlo con la debida reverencia.

Después de eso pienso que debe haber algo bueno en comerse tostadas las semillas de tártago, que es un arbusto que por aquí es una plaga. Los caracoles o las ancas de rana, que hay abundantes en esta provincia húmeda. El pescado crudo (y similares) sazonado como para descongestionar narices, pulmones, intestino grueso y todo lo intermedio.

Y ya que tenemos las ancas, ¿por qué no unas gambas al ajo o unas rabas fritas?.

¿Las rabas, con esa apariencia de esfínter son consideradas comida afrodisíaca o erótica?.

Por lo pronto, voy a preparar el mate, que es una infusión como la del té, pero de yerba mate. Son de arbustos parecidos aunque de sensación más áspera y viene con su taza ya puesta.

Va muy bien con bizcochitos suizos.

 

Y es paraguayo de origen.


 
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