Hechos Delictivos

2005 – septiembre – 23

 

Hechos Delictivos de Tono Amarillento

 

Debido al éxito -lo digo yo- de algunos columnistas, se decidió reunirlos en un suplemento.

La cosa iba tomando forma, aunque algunos medios presumidos la tildaron posteriormente de "deforme", "cuneiforme" o "amorfa".

Sin duda, el material editorial se iba engrosando, sobre todo porque la infinita demora en la concreción de las distintas secciones, producia nuevos hechos e ideas que los periodistas querian incluir en el primer número, aunque bueno es aclarar que ésta no era más que una estratagema de los periodistas para no exponerse a la publicación de un asegurado fracaso de prensa -y posterior escándalo- cosas que finalmente sucedieron en las instalaciones de la asociación para la cual trabajaban los ignotos profesionales.

En las instrucciones de los patrocinadores figuraba puntualmente la inclusión de "algún hecho escandaloso, levemente turbio, de un tinte rojo sanguinolento, tirando hacia lo amarillezco".

No sabía muy bien a que se referia el pedido y consulté primeramente con una maestra de plástica -antiguamente relacionada "sensitivamente" conmigo- quien me explicó durante varios encuentros los colores primarios, los cuales siempre habia confundido gracias a mi elevado daltonismo y a mi distracción patológica: cada vez que abandonaba el domicilio de la maestra, al amanecer y después de una noche agitada, olvidaba qué me habia llevado a la cita.

Un colega aclaró los tantos, pero previno sabiamente algunas dificultades.

Para hechos de cierto tono tumultuoso, nos veríamos obligados a tomar contacto con las autoridades -policia, prefectura, gendarmeria, inspectores de tránsito o impuestos, directoras de escuela- existiendo siempre la posibilidad de quedar demorados gracias a los abultados prontuarios y constantes confusiones públicas que arrastramos desde la añorada niñez y cándida adolescencia.

Tuve un chispazo, sin embargo. Decidí tomar algunos datos sobre un hecho de repercusión pública al cual estaba ligado tangencialmente a través de mi sobrino.

La página ya estaba resuelta, aunque faltaban algunos datos que resolveria preguntando directamente a uno de los involucrados y la denunciante: concretamente a Raulito -el amigo inseparable de mi sobrino- y Pepa, su maestra.

El episodio contenia aún zonas oscuras, pero era seguro que -con cierta vocación sabuesa- terminaria por echarle luz: por fin la comunidad toda sabria, a ciencia cierta, qué habia sucedido aquel 14 de junio de 1998 -lluvioso y frio- con la goma de Raulito.

 

100 % Diego

 
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