2015enABRIL

2015.04.08 Hora de volver al psicólogo

TIPOS SUELTOS

Hora de volver al psicólogo

¿Todos los solteros desarrollamos un TOC? Debería averiguarlo...

Por: Daniel Zalman

 

Lo malo de vivir solo, de ser soltero, de no tener 25 años o de no tener novia -o las cuatro cosas juntas- es que uno se va poniendo cada vez más fastidioso con nimiedades cada vez más insignificantes.

Por ejemplo, me gusta tener colgada la toalla en el mismo lugar de siempre, cosa de sacar la mano de la ducha -con los ojos cerrados por el dolor del jabón que entró en las pupilas- y encontrarla donde sé que estará. Y lo mismo con el cepillo de dientes, las sartenes, la lata de galletas y el tacho de basura.

No alardeo de este tipo de conducta. Todo lo contrario.

Todavia recuerdo lo que me sucedió con Fer, una de las pocas chicas con las que logré sortear con éxito el período inicial de seducción, en el cual siempre quedo estancado.

Fue en una fiesta del trabajo. Esta vez todos los astros se habian alineado: ella me dio bolilla, no hacía calor -lo cual impidió que sudara a mares-, la comida de la fiesta estuvo bien, los dos estábamos un poco borrachos. En rigor, creo que sólo este último factor fue determinante para que ambos termináramos en mi departamento.

Y a pesar de tantos meses de pasividad relacional acumulada, logré que llegáramos hasta la cama.

“Esperá cinco minutos que voy al baño”, me dijo. No me opuse: era una deferencia suya que habia que aceptar, ya fuera por cuestión de higiene o simplemente por motivos fisiológicos.

El tema es que, cuando terminó y salió del baño, alcancé a percibir que el agua de la mochila del inodoro continuaba cayendo: la cadena no habia sido bien tirada.

“Disculpá”, le dije y me levanté para arreglar el desperfecto. Me vi en la obligación de decir algo: “Es que el ruidito del agua que cae no me deja concentrar, además de que se produce un daño ecológico al perderse tanta agua, amén del medidor que sigue corriendo y engrosando la factura a pagar”.

Si habia alguna esperanza de pasar una noche de lujuria incontrolable, en ese instante se diluyó para siempre. Lo bueno de todo esto es que uno todavia lo nota y es consciente de sus locuras obsesivas. El día en que ya ni eso suceda, habremos perdido toda esperanza.

Prometo que esta semana voy al psicólogo.

 

2015.04.22 Novia nueva mata galán

TIPOS SUELTOS

Novia nueva mata galán

A mi amigo Guille ahora le dicen “bebé” y yo siento el corazón con agujeritos.

Por: Daniel Zalman

 

Si algo puede resultar desagradable para un soltero es la conducta de mucha de la gente que está en pareja. Resulta que ahora se puso de novio mi amigo Guille, eterno compañero de andadas de jóvenes, primero; de separados, después. Como no queria dejarme solo el fin de semana pasado, me invitó a salir con él y su novia. Y yo, tonto, acepté. Fuimos a cenar a una parrilla.

No puedo decir la sorpresa que me produjo escuchar que su novia le decia “bebé” y que él le replicaba con un “bomboncito”. Estaba a punto de irme al baño a vomitar el diccionario de sobrenombres pavotes que usan las parejas, cuando pasó algo peor: ella le dio un beso. Fue sólo un beso en la mejilla, pero con un ruido tal que se confundió con el de la máquina de café.

No contentos con eso, cada dos o tres minutos se daban la mano y a veces se mantenian así sobre la mesa, largo rato, con los brazos estirados y masajeándose los dedos.

Yo me pregunto: ¿Por qué las parejas -en especial las recién armadas- no pueden demostrarse amor en privado o -al menos- con miradas cómplices que reemplacen los melosos diálogos en los que se hablan como bebés?. ¿No se dan cuenta de lo que eso produce en terceros?. ¡Y en terceros separados!.

Y más preguntas: ¿Por qué me habló toda la noche en primera persona del plural?. No hubo nada que me contara en singular: todo era “nosotros”. “Nosotros” fuimos a tal lugar, “nosotros” queremos hacer tal cosa, “nosotros” tenemos ganas de ir a ese sitio, etcétera.

Para colmo, el cabrito se demoraba más de la cuenta. Dije que me sentia mal y que pasaba del postre, justo después de que insistieron en mostrarme fotos de su último fin de semana en las sierras. Partí a todo galope.

Y eso no fue lo peor. Dos días después, descubrí en Facebook un mensaje enviado entre ellos -en sus muros, público- en el que se trataban con tanta cursileria que ni las abejas se hubieran animado a acercarse a tanto empalagamiento.

Le doy tres meses más de noviazgo. Creo que después de eso mi amigo Guille despertará de la experiencia narcótica y volveremos a ser el duo de separados más indómitos de la ciudad.

 

 
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