2014enAGOSTO

2014.08.15 ¡Un curso para chatear, por favor!

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¡Un curso para chatear, por favor!

Por: Daniel Zalman

 

Estoy casi seguro de que el talento de muchos especialistas de las redes sociales nace de una necesidad muy humana: relacionarse con otros/as. Y si es posible, que la relación alcance la instancia física.

En mi caso, estoy tan lejos de esas habilidades informáticas como de entablar una relación física.

Por eso no tengo más opción que indagar sobre las intrincadas reglas de la nueva forma de comunicación social: el chat.

Hasta ahora siempre me fue mal: no logro sostener una conversación sin que mi interlocutora se aburra o me corte -o ambas a la vez- a los pocos minutos de diálogo. Así que busqué en Internet material sobre las reglas establecidas para esos intercambios. Encontré algunas:

Escritura. No escribir con errores de ortografia o sin comas ni puntos. O con demasiadas abreviaturas. Con razón algunas se enojaban después de que les escribia “Qu...amos cuando quieras”. Debería haber puesto “Quedamos cuando quieras”

Emoticones. Ojo. Nunca se sabe que quisiste decir exactamente. Una banana, un pepino y un choclo juntos puede no ser interpretado como que sos vegetariano.

Nickname. El nick que se utilice es clave para la primera impresión de ellas. Por ejemplo, es difícil que funcione uno como “aburri-daso”, “Dani_solito_busca_comp”, o “Dani_tripode”. Los primeros darán a pensar que uno es un poco ingenuo y el último, que uno es un idiota.

Despacio. No apurar un pedido de encuentro para que ella no se espante ni crea que tu única intención es llevarla a la cama rápidamente. Esta es la lección más importante para chatear: nunca seas sincero.

Dejá hablar. No interrumpas pero tampoco interrogues. Si tu interlocutor es una mujer, conviene dejarla explayarse. Si ella no desea ni eso, mala señal. Los especialistas proponen elaborar un juego: por cada pregunta que contestamos, formulamos otra. Pero es posible que este juego le aburra porque ella no tiene nada que preguntarte o bien no se le ocurre nada. Mala señal. Aconsejan en ese momento pasarle el link de un tema musical que te guste o un videoclip de YouTube. Si funciona, sos un genio. Pero lo más probable es que crea que sos un estúpido. Hay que estar preparado para el fracaso.

Es increíble lo actualizado que hay que estar para no meter la pata.

 

2014.08.18 Grey, una sombra para los hombres

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Grey, una sombra para los hombres

Cuando no sos un millonario metrosexual.

Por: Daniel Zalman

 

Lo confieso: no leí el libro 50 sombras de Grey, pero las mujeres ya me tienen un poco cansado con las referencias permanentes a esta historia y a sus personajes.

Las pocas veces que logré salir con mujeres en los últimos meses, no dejaron de hablarme de ese millonario metrosexual, emprendedor exitoso, joven y apuesto, padres y hermana geniales y -como si nada de eso fuera suficiente- amante impulsivo y ardiente.

Y, claro está, soltero. En síntesis, un hombre perfecto, de esos que todas quieren.

El problema es que puede que haya millonarios jóvenes o amantes ardientes, pero sigue siendo muy difícil encontrar un hombre con todas esas características juntas, salvo en la literatura.

Gabriela se llamaba la amiga de un amigo con la que salí la semana pasada. Fuimos a tomar algo a un pub en el que una actriz de unos 30 años intentaba, desde una tarima, que alguien escuchara su monólogo de stand up.

Mala idea: nadie escucha esos monólogos si no va directamente a un lugar donde sabe que habrá un espectáculo así. Y menos en un pub donde las parejas van para hablar entre ellos sin que los demás puedan escucharlos gracias al volumen de la música.

En fin… tratábamos de charlar con Gabriela mientras la chica de 30 insultaba porque nadie la escuchaba… hasta que dijo la frase mágica: “¿Por qué los hombres no pueden ser como Grey?”.

Gabriela se activó de repente. Dejó de escucharme y de mirarme y sólo le prestó atención a la chica del escenario, que habló casi media hora sobre las basuras de parejas que ellas tienen al lado cuando las comparan con Grey.

Cuando logré conectarme de nuevo con ella, no paró de hablar del libro, de ese hombre maravilloso y de cada beso que él le daba a la joven de 25 años inexperta y sumisa.

Gabriela se dio cuenta rápidamente de que yo no era millonario.

A los pocos minutos intuyó que también estaba lejos de ser un emprendedor incesante y exitoso. Ya se habia enterado antes de salir de que tampoco era muy joven.

Y en cuanto a mis dotes amatorias, gracias al cielo que decidió probarlas.

Intuyo que tampoco quedó muy conforme: la momia blanca hubiera sido más expresiva. Creo que para la próxima cita voy a tener que leer el librito de Grey.

 

2014.08.27 “Single” suena mucho mejor

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“Single” suena mucho mejor

Al menos, mejor que “solterón”.

Por: Daniel Zalman

Hace ya tres años que me separé, pero apenas debo haber pronunciado dos o tres veces la palabra “soltero”. Una para responder sobre mi estado civil antes de entrar a un hotel en las sierras de Córdoba y otra para llenar el casillero de un trámite pendiente en la AFIP.

Para todo el resto, aprendí que es mucho mejor decir “single”, si uno no quiere quedar como sobreviviente del siglo XIX.

En rigor, “single” es la palabra que se usa en inglés para “soltero”, pero no parece significar lo mismo cuando la pronunciamos delante de alguien: suena mucho mejor.

De “soltero” a “solterón” hay una distancia ínfima. Además hay numerosas diferencias entre un “single” y un “soltero”.

Al single le encanta vivir solo, disfruta de su libertad y de sus horarios locos.

El soltero, en cambio, pasa tiempo al vicio, le da pánico estar solo y es incapaz de ordenar sus horarios.

El single es “workaholic” (adicto al trabajo) y cuando vuelve a su departamento destapa una cerveza importada o un vino para disfrutar en el balcón, mirando las luces de la ciudad.

El soltero labura como un animal para llegar a fin de mes y -después de todo un día- llega muerto a su pensión, mira la heladera y sólo tiene ginebra y una Doble Cola abierta y sin gas. Abre la ventana de su pieza pero sólo consigue ver la tapia del edificio contiguo.

El single tiene asados cada viernes con los amigos y fiestas todos los sábados. Casi nunca vuelve solo a su casa.

El soltero desayuna los viernes con el 2x1 de un fast food. Los sábados que no le toca pasar con sus hijos intenta ir a alguna fiesta, aunque siempre son fiestas patronales o de los 15 años de una sobrina. No puede volver a su hogar acompañado porque en la pensión no se permite. De todos modos, no se le presentó nunca la oportunidad.

El single organiza trekking los domingos y speed dating (citas rápidas) los jueves a la noche.

El soltero sale a correr solo para que nadie le vea la panza y mira mujeres hermosas los jueves a la noche, pero en el Bailando 2014.

El single es el más codiciado. El soltero sólo codicia. El single disfruta su vida como loco. El soltero vive loco con su vida. Mejor no cuento de cual lado estoy.

 

 
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