2014enENERO

2014.01.07 Alternativas a “Rey de reyes”

TIPOS SUELTOS

Alternativas a “Rey de reyes”

La Navidad en la vida de un judío.

Por: Daniel Zalman

 

Antes de las fiestas, el debate de con quién la pasaban los chicos se saldó de la manera más práctica: la madre lo decidió.

Me tocó en suerte pasar Navidad con ellos, mientras que en Año Nuevo estuvieron con la mamá.

Un detalle interesante es que los judios no celebramos la Navidad, por lo que las perspectivas de soledad y aislamiento durante esa noche eran bastantes certeras.

Tampoco era una buena opción quedarse a ver televisión esa noche: ya vi todas las versiones posibles de Rey de reyes, la única película que se transmite en la TV mundial en esas horas de recogimiento.

Si me hubiera tocado estar con ellos en Año Nuevo, todo hubiera sido más fácil: asado, familia, vecinos, pirotecnia con el primo más chanta que se pone a tirar cuetes con los chicos, tío borracho al que hay que acomodar en el sillón... el Año Nuevo es mucho más inclusivo. Pero la Navidad es más complicada: no tenia parientes a los que caerle.

Y nunca habia intentado compartir esa fecha con algún amigo, por lo que ellos ya habian desistido de invitarme hacía tiempo.

Era hora de cambiar. Llamé a Patricia, una vieja amiga, atea y descreída de cualquier religión pero, por suerte, fanática de la reunión familiar de Navidad. Estuvo encantada de recibirnos.

En esencia, la cena no difirió mucho de la que organiza mi mamá para el Año Nuevo Judio o al final del Día del Perdón: mucha comida, mucha bebida y un poco más de comida, por las dudas que falte.

De yapa, los chicos hasta recibieron regalos, un estímulo interesante que los llevó a preguntarse por qué el sujeto que tienen como padre nunca los hizo participar de la Navidad. Me reprocharon, también, el trauma que les quedó de la infancia porque todos sus compañeritos preparaban el arbolito de Navidad y ellos no. Aunque más les importaba el tema de los regalos...

Fue una interesante comunión ecuménica de almas reunidas en torno a la gastronomia y al espíritu familiar.

Y -lo más importante- fue pasar el 24 de diciembre a la noche, por primera vez en mi vida, sin estar solo en el sillón del living frente a la tv, mirando Rey de reyes o lo más reciente La pasión de Cristo, de Mel Gibson, después de lo cual no queria salir de casa por 24 horas por miedo a que me lincharan.

 

2014.01.08 Es la primera vez que me pasa

TIPOS SUELTOS

Es la primera vez que me pasa

Por: Daniel Zalman

 

La conexión a Internet es fundamental para un recién separado. En especial para los recién separados que no acostumbran –porque no pueden- tener relaciones personales en tiempo real, analógicas y bien corporales. Por eso, la única esperanza semanal de conseguir alguna cita radica en algunas de las redes sociales en donde transcurre un lapso de misterio acerca de quién será quien, antes de chocar contra la realidad. Pero esas redes sociales, al parecer, no funcionan si uno no tiene conexión a Internet. Lo aprendí el primer día del curso de manejo web que hice en el club del barrio y no me lo olvido más.

Recuerdo haber pasado por varias empresas que me ofrecieron 3 megas, 6 megas y 12 megas. Probé con todas y la conclusión es la misma: nunca son 3 megas, 6 megas o 12 megas; no hay ninguna diferencia entre los tres servicios; todas cobran mucho dinero. Y todas, inevitablemente todas, fallan con bastante periodicidad. La semana pasada comencé a chatear con una vieja ex amiga de Facebook que, por suerte, no me conocia personalmente. Debe haber estado con bastante tiempo libre y ausencia de citas, porque llamativamente iniciamos un diálogo fluido. Ella me preguntó qué hacía, yo le pedia fotos. Ella intentaba crear una amistad, yo queria salir ese sábado con ella. En eso estábamos cuando, por quinta vez en cinco días, se cayó la conexión. Tomé la notebook rápidamente, que por suerte estaba con la bateria casi llena y corrí al bar de la esquina. Pedí un café e intenté conectarme. Pero no se podia. “¡Reseteen el módem, reseteen el módem!”, le grité desesperado al dueño. “Ya lo reseteé, deberia funcionar”, me dijo. “¡Pero no funciona!”, le grité, mientras pagaba el café con una mano y cerraba la compu con la otra, para salir corriendo a la estación de servicio cuatro cuadras abajo.

Pedí un té e intenté conectarme. Pude, pero era todo tan lento que en 10 minutos sólo pude cruzar con mi vieja ex amiga algunos monosílabos que daban a entender que por favor me esperara, que algo se habia caído. Pagué el té, sin tomarlo y corrí a la de un vecino que tiene una conexión distinta a la mía. “Uy, mi hijo cambió la clave y no me acuerdo cuál es”, se excusó el hombre, aunque sospecho que en realidad no queria que le robara más señal, como lo habia hecho durante tres meses. Corrí a mi departamento y -efectivamente- ya habia vuelto la señal. -Es la primera vez que me pasa –fue lo primero que le escribí a mi ex amiga. Pero ya era tarde. O tuvo que irse antes o no me creyó. Ninguna lo cree nunca.

 

2014.01.15 Extraño a mi ex... parrilla

TIPOS SUELTOS

Extraño a mi ex... parrilla

Del duelo a la tristeza irremontable.

Por: Daniel Zalman

 

Los recién separados deben acostumbrarse, en muy poco tiempo, a cosas con las que no habian ni soñado en un pasado cercano. Desde hacerse un huevo duro hasta lidiar con su economia, hay una gama irritante de situaciones que nos hacen pensar qué hicimos para merecer esto.

Pero, claro, ninguna de ellas se compara a la más difícil de afrontar en la vida: que el actual de tu ex te use la parrilla de tu ex casa.

La primera vez que ocurrió fue un golpe. Yo sabía que él ya se quedaba en casa a dormir. OK. Sabía que ya compartia algunos momentos con mis hijos. OK. Supe que hubo paseos conjuntos, también con los hijos de él. OK. Todo eso ya estaba analizado, procesado, casi aceptado. Era parte natural de la vida, de las relaciones, de la cotidianidad de estar con una nueva pareja. Todo.

Pero no el asador.

No ese espacio donde arrojé mis mejores achuras, donde puse aquel costillar inolvidable, donde asé aquel cabrito ilustre con el que los viejos compañeros de la facultad se chuparon los dedos. No esas tiras de hierro donde descansó el mejor vacio que probó la barra de amigos. No esa planicie irregular con la que mis hijos probaron sus primeras morcillas y las mollejitas maceradas en limón y pimienta negra.

Era el mismo asador cúmulo de desvelos para su construcción, primero y para su limpieza metódica después. Esa grasa adosada a los fierritos era mía. Se trata de una posesión egoista y obsesiva que no tiene parangón con otras cosas materiales: tras la separación, uno es capaz de resignar patrimonio, objetos y muebles. Al menos no hay problemas en negociar, en dar, en recibir algo y desprenderse de otras cosas.

Pero no el asador. Eso es innegociable. Bah. Era innegociable.

Pasé las primeras noches sin poder dormir bien, pensando en las otras manos que se posarán sobre esa parrilla que tanto deseé. Imaginando como la tocarán y lo que le pondrán encima. O debajo. Creo que en el fondo nunca voy a resignarme. Ansío que el domingo al mediodía surja algo que me haga olvidar lo que en ese momento estará sucediendo allá.

De todas maneras, sé que tarde o temprano tendré otro asador propio y que el pasado será un recuerdo tibio, lejano, sofocado por el intenso fuego de la pasión que pondré en cada brasa y en cada chinchulín que pase por mis manos.

 

2014.01.22 Mi “selfie” en short deportivo

TIPOS SUELTOS

Mi “selfie” en short deportivo

Inspirado por las osadas fotos que Cristian Castro y "Pocho la Pantera" compartieron en las redes sociales, me animé a hacer mi versión propia a ver qué pasaba.

Por: Daniel Zalman

 

Me inspiró la “selfie” de Christian Castro con hilo dental. En serio: lo vi autofotografiándose para Twitter, sin más vestimenta que una tanga milimétrica y se me cruzaron ideas muy oscuras. Encima, para imitarlo, “Pocho la Pantera” hizo lo mismo.

Después de ver ambos exponentes, entendí que el sentido del ridículo ha expandido sus fronteras hasta límites impensados.

En la avalancha de comentarios que propiciaron estas imágenes, un 98 por ciento se expresaba con chanzas. Habia, sin embargo, algunos mensajes laudatorios a la figura y al sex appeal de Castro –no tanto de “Pocho la Pantera”-, por parte de algunos usuarios, muchos de los cuales figuraban, incluso, con nombre femenino.

Comencé a pensarlo: una “selfie” puede ser una buena oportunidad para que alguien se dé cuenta de lo agraciados que somos. ¿Por qué no subir un autoretrato osado a Twitter y ver qué resulta?.

Me decidí y lo hice. En zunga hubiera sido muy hot, así que me calcé mi viejo short Ogga, con el que hace meses intenté volver al gimnasio y me salpiqué el torso con gotas de agua, cual si estuviera lleno de sudor perlado por el esfuerzo físico.

Al principio no pasó nada. Después, tampoco.

Pero cuando pasó, 99,9% de los comentarios se tomaron la imagen a la chacota y en especial en lo referido a mi persona. Ni hablar de mis amigos, que me compararon con Adonis después de la crisis griega.

Ya era tarde: comprobé que siempre se pueden traspasar los límites del ridículo y que no hace falta que seas una celebridad para que todos se te rían. También que ninguna mujer en su sano juicio haria un comentario laudatorio de alguien con esa pinta.

Eso me pasa por hacerme el joven. A los 40 hay muchas más cosas para ocultar que para mostrar. El problema es que, a veces, ambas se confunden.

 

 
ya hubo 3 visitantes (252 clics a subpáginas) pasando por este sitio.
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis