2014enDICIEMBRE

2014.12.05 ¿Vivir solo o acompañado?

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¿Vivir solo o acompañado?

¿Qué sería de mí, sin mis libros de autoayuda?.

Por: Daniel Zalman

 

Hace dos fines de semana me tocó estar solo. Todo se conjugó para eso: mis hijos viajaron con su madre, ningún amigo estaba disponible, ninguna ex novia aceptó pasar el rato... ni mi mamá estaba en su casa, para al menos buscar comida y tragar mejor la soledad.

Esos días llegué a pensar que los que eligen vivir solos tienen algún problema serio de autismo. De otra manera no podrian aguantar ese aburrimiento y esa soledad.

Pero he aquí que el fin de semana siguiente a ese se conjugaron otros acontecimientos, muy favorables: tuve fiestas, conocí gente nueva, pernocté con una de ellas, salí con amigos de la infancia que no veia hacía años y culminé el domingo a las 20.30, agotado, tirado en mi cama, con una botellita de cerveza y mirando el capítulo estreno de Los Simpson. Agradecí no tener chicos que atender en ese momento, ni una compañera que me reclamara. Esos días llegué a pensar que no hay nada mejor que vivir soltero y que los casados tienen un serio problema de masoquismo. Y así, en esa dualidad vivimos los solteros.

Por eso me siguen sorprendiendo los estudios que hablan a favor o en contra de una u otra tendencia, como si fuera tan fácil elegir una sola.

Uno de los libros más vendidos en Estados Unidos, por ejemplo, es Singled out, de la psicóloga Bella De Paulo, de la Universidad de California. La autora se basa en cifras de poblaciones y estadísticas de ese pais para desterrar algunos mitos y asegurar que la solteria puede ser el mejor camino. Por ejemplo, afirma que los solteros disfrutan más de su trabajo, ya que las cifras indican que a los 26-27 años, las personas casadas tienen como prioridad un trabajo mejor pagado, mientras que para las solteras lo importante es tener uno valioso e interesante.

También apela a los clásicos, como que los solteros están más acompañados porque tienen tiempo para sus amigos y conocer gente nueva; o que los casados engordan más al no tener que mantener su cuerpo atractivo para encontrar acompañantes sexuales.

Todo es relativo. Pero a los autores de estos libros no les importa. Hay millones de personas que buscan argumentos para sostener la forma de vida que eligen llevar.

Yo tengo las dos literaturas en casa, para leer según como haya resultado cada fin de semana.

 

2014.12.15 La cocina del hombre solo

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La cocina del hombre solo

Por: Daniel Zalman

 

Ya se sabe que uno de los principales problemas para los solos y solas es la falta de tiempo, la dejadez y la impracticidad de preparar comida. Por ello, ahora pululan sitios en internet como “Cocina para solteros”, “Cocina para uno”, “Comer solo y sano”, etcétera.

Sin embargo, después de una exhaustiva búsqueda para zafar varias noches, descubrí algo que todos tienen en común: enseñan a preparar platos muy creativos con ingredientes básicos, pero se olvidan de cosas aún más básicas que los hombres solos desconocemos.

Por ejemplo, en una de estas páginas muestran como cocinar unas simples papas franco-canadienses (algo así como las papas bravas). Uno pensaria que con papas, aceite, orégano y sal es suficiente. Pero no. Se requiere cayena molida, tomillo seco, pimienta negra, pimentón, comino, cebolla seca, nuez moscada, jengibre en polvo, canela molida, cardamomo (!?) y cúrcuma (!?).

Después de leer algunas de esas recetas, uno se pregunta que tienen de simples y rápidos esos platos.

Pedirle a un recién separado que tenga en su casa, no ya cúrcuma o jengibre -elementos que no sabria ni dónde comprar- sino comino o tomillo, es como pedirle a tu ex suegra que te cuide los chicos un sábado porque tenés una salida nocturna con una señorita a la que conociste por chat y a la que muy probablemente debas pagarle por sexo.

En fin, no encontré aún en estos sitios alguien que te explique cuanto tiempo hay que hervir un huevo para que quede duro -la yema me sale siempre líquida-, como se hace una tostada sin arruinar la sartén de teflón o cuantas variantes puede tener un plato hecho con una lata de atún, un tomate y media cebolla.

Quizás en estas fiestas de fin de año me toque hacer la comida para los chicos (no está decidido quién pasará con quién qué noche), así que ya comencé a pensar el menú.

No podria dejar de lado el atún, me sentiria un traidor después de la infinidad de noches que este noble alimento me acompañó. Tampoco obviaria el huevo duro: es un desafio llegar a fin de año cocinándolo a punto. Y -por supuesto- no puede faltar la anchoa, fiel acompañante del pan los días de ausencia total de otros elementos en la heladera.

Creo que voy a sorprenderlos, si consigo pensar en que más agregarle a ese plato.

 

2014.12.22 Mentiras del romance 2.0

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Mentiras del romance 2.0

La verdad no te genera citas...

Por: Daniel Zalman

 

¿Hasta dónde exhibirnos en la web?. ¿Qué mostramos de nosotros mismos y qué no?. ¿Hasta dónde se puede llegar en el afán de seducir a alguien?.

Ya está visto que los “Me gusta” de Facebook o un retuit pueden tener extraños significados en una relación que está en estado de gestación. ¿Pero qué pasa, por ejemplo, con el clásico y vetusto mail?.

Hace poco me pasó algo extraño. Conocí, hace algo así como un mes, a Marilin en uno de los sitios más populares de encuentros online. Habia dejado todos los datos que me pedian, salvo el nombre real: edad, ocupación, gustos, cuadro de fútbol preferido, situación financiera -admito que aquí maquillé un poco el reporte-, hijos, etcétera.

Al parecer, ella encontró algo que la atrajo, porque me escribió un mail para abrir el juego.

Comenzó entonces una especie de ping pong electrónico para ver quien podia obtener más datos del otro. El tema es que ninguno queria mostrar nada de más, pero tampoco desilusionar al interlocutor.

“¿Cómo suele ser tu día?”, me preguntaba ella. Y yo le respondia: “Nada muy fuera de lo normal: trabajo, amigos, ir al cine, algún asado”. Claro que eso no coincidia con la realidad ni remotamente, salvo por el tema del trabajo.

Cuando yo le preguntaba lo mismo, me respondia: “Voy al gimnasio, paseo, trabajo un poco como diseñadora...”. Ninguno se animaba a ir más allá, a dar el primer paso de los detalles cotidianos que o bien enganchan de inmediato o bien espantan para siempre.

Para colmo, uno nunca sabe cuanto tiempo es prudente dejar pasar antes de responder y enviar un mail. Si lo hacemos al instante, la otra persona pensará que estamos desesperados. Y no deseamos que sepan esa verdad.

Así que esta vez decidí ser más cauto y ser yo el que se hiciera rogar. Le contesté a su último mail a los cinco días de haberlo recibido, con alguna vaguedad.

Pasó una semana y Marilin no me respondió. Le escribí de nuevo. Y sigue sin responderme, a pesar de que le envío un mail cada hora para saber que está haciendo, para ofrecerle toda la información de mí que necesite, para declararle que lo nuestro podria funcionar. Pero mi casilla sigue sin noticias de ella.

 

 
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