2014SEPTIEMBRE

2014.09.03 5 pasos para olvidar a un novio

VIDA DE SOLTERAS

5 pasos para olvidar a un novio

Aunque no garantizo que funcionen al 100%.

Por: Margarita Dundi

 

Los hombres y las mujeres actuamos diferentes para olvidar a los “salientes”. Nosotras lloramos hasta liquidar los pañuelos descartables, seguimos con el rollo de cocina y terminamos con el papel higiénico. Si pudiéramos, enviaríamos un correo electrónico al muro de los lamentos. Los tipos, en cambio, programan la salida del fin de semana.

Siempre me dejaron.

Y gracias a esa experiencia elaboré una serie de consejos para superar el desamor de forma fácil y rápida. Lo principal es evadir la temática. Hay que reunirse una sola vez con las amigas, contarles todo lo que nos hizo, odiarlo en grupo y criticar a su nueva pareja (las prácticas de vudú son opcionales).

No escuchar radio ni canciones melódicas. Tampoco hay que ver películas románticas en las que el protagonista rechaza su fortuna y adora los defectos de su amada. Es preferible el silencio. O -en casos extremos- es mejor reunirse con aquellos parientes repetidores de anécdotas, cuya voz evita nuestra sinapsis.

Es fundamental deshacerse de los recuerdos. Se requerirá de la colaboración de la amiga que más deteste al tipo. Hay que tirar las fotos y los regalos (los caros merecen una excepción) de él. Esto supone también eliminarlo del Facebook y borrar su número del teléfono (acción extensible a sus amigos).

Tunearse. Ser “dejada” no significa abandonarse. No es el fin del mundo y -con suerte- alguna vez se lo haremos sentir a otro (no me pasó). La idea es recurrir a un peluquero que empareje la gama de colores de nuestro cabello y corte las puntas florecidas que nos asemejan a una vieja escoba.

Salir con el primero que se nos insinúe. En general, nosotras queremos cerrar la herida antes de conocer a alguien. Sin embargo, en nuestro periodo de transición, un soltero contrae matrimonio. Ese compañero de trabajo que nunca miramos, un conocido de la infancia o el vecino recién divorciado merecen una posibilidad.

Al cabo de dos semanas, el duelo culminó, pero puede haber una recaída. Las amigas no deben prestar su perfil de Facebook para espiar al ex. Ayer mismo con La Gorda le hurgamos el Facebook a Roberto y aparece en una foto abrazado con una chica. Recién terminé el último papel higiénico. No dejo de llorar.

 

2014.09.05 Lo descubrí gracias al zapping

VIDA DE SOLTERAS

Lo descubrí gracias al zapping

Aunque no garantizo que funcionen al 100%.

Por: Margarita Dundi

 

No se cuantos jugadores participan por cada equipo. Desconozco los minutos que dura un partido. Sé que los jugadores corren como si estuvieran retrasados para ver el final de Avenida Brasil y que entre ellos se palmean en señal de apoyo. Entendí que cada equipo defiende un lado de la cancha y encesta en el contrario.

Supongo que a ellos les resulta más cómodo mirar hacia el cielo que al suelo. Estimo que deben gastar mucho jabón en polvo porque en una carga del lavarropa solo caben dos pantalones y una remera, debido a su tamaño.

Imagino que no fueron los primeros de la fila en el colegio. Pocas veces deben haber disfrutado de los juegos infantiles, porque de seguro superaban la altura máxima permitida para usarlos. Las zapatillas que tienen parecen canoas; deben tener el pisotón prohibido.

Hasta hace unos días no habia escuchado hablar de él o -si lo hice- no lo percibí. El domingo pasado lo conocí. Dormí como un chancho hasta que el gallo que compró mi vecino me despertó en plena madrugada, a las nueve de la mañana. No pude conciliar nuevamente el sueño. En ese momento, el insomnio y el zapping nos unió.

Alto, fornido, de sonrisa compradora y mezquina, de biceps desarrollados. Compañero de sus compañeros y líder. Lleva la camiseta número cuatro de la selección Argentina de Básquet. Le dicen Luis Alberto Scola, porque así se llama.

Nunca me interesaron los basquetbolistas, pero Scola es diferente. Un Scola equivale a dos Dundi. Averigüé en internet cuánto mide. Marqué con una fibra, que después no pude borrar de la pared, nuestras respectivas alturas. Allí estaban las dos, una próxima (no tanto) a la otra.

Pero no todo son rosas, también descubrí que está casado. Siempre alguna llega antes que yo. En las zapaterias ocurre lo mismo; no falta la que se lleva el último par número 37. No me importa que esté alambrado. Seguiré observando ese cabello oscuro, contenido por una vincha negra, que acaricia sus hombros.

Y si, abandoné al “Pocho” Lavezzi por Scola. Ya no recuerdo tanto sus abdominales. Amaré a Scola mientras dure el mundial de básquet. Luego, cuando arranque otro torneo deportivo lo reemplazaré. No es que yo quiera, sino que mi corazón se enamora en los mundiales.

 

2014.09.12 Excusas para faltar al trabajo

VIDA DE SOLTERAS

Excusas para faltar al trabajo

Aunque no garantizo que funcionen al 100%.

Por: Margarita Dundi

 

Es bueno tener al alcance una lista de mentiras para zafar del laburo. No se pueden usar al azar, sino que cada caso en particular deberá ser analizado. Esto no es para improvisados. Hay que elegir la justificación según el tipo de jefe.

Está prohibido aplicar estos pretextos un lunes, para nuestro cumpleaños, cuando la jornada laboral es extendida o próximo a un feriado porque eso nos delataria y el Ministerio de Trabajo me buscaria por representar una amenaza pública.

Un ataque repentino de piojos es una propuesta seductora. Aunque el dolor de panza es mi preferido. Es prácticamente incomprobable y sólo basta decir que comimos alimentos en abundancia o en mal estado. El dolor de panza es hermano del vómito y primo de la diarrea. Además los síntomas son fáciles de simular.

Se enfermó nuestra mascota y somos los únicos que podemos cuidarla. Esta excusa exige que los días previos a la inasistencia, comentemos que el gato está decaido. Además es fundamental mantener al corriente a nuestros compañeros de trabajo sobre la evolución del animal, para que no sospechen.

Que no haya sonado el despertador también puede servir. Tras el infortunio hay que cargar las tintas contra las empresas productoras de pilas. E insistir que disminuyeron la calidad de los productos, a pesar de subir los precios.

Las coartadas vehiculares son útiles. Sólo tenemos que manifestar que nos robaron las ruedas del auto y que los trámites del seguro consumirán nuestra jornada. Fingir la sustracción del auto es más complicado y merece un tratamiento en detalle, que el inexorable comienzo de mi novela favorita me impide hacer en este momento.

Decir que la llave de nuestra casa se quebró dentro de la cerradura, funciona. Un cerrajero de turno tasa su trabajo en Euros y además demora en hacerlo. Esta evasiva es buena porque nos evita fingir cualquier malestar y porque nadie nos pedirá la llave rota para verificar nuestra versión.

Confundirse de día podria zafar, siempre y cuando nadie nos advierta del error. Si alguien nos avisa que es viernes y no sábado, como afirmamos, tendremos que llegar lo antes posible al trabajo, disculparnos y recuperar las horas. Incluso si la cara de nuestro superior lo determina, permaneceremos después del horario habitual.

 

2014.09.18 Una cerveza, dos vasos de plástico...

VIDA DE SOLTERAS

Una cerveza, dos vasos de plástico...

Otra cita que no salió como la imaginaba.

Por: Margarita Dundi

 

No sé si lo propuso el ferretero o si fui yo. Alguno de los dos mencionó: “Salgamos esta noche”. Si hay algo a lo que no me niego es a una cita, por lo que acepté enseguida. “Las compras continuas de herramientas que no usaré y el espionaje que le monté sirvieron”, pensé en silencio. Sonreí.

Se llama Gustavo. Me contó que sus amigos le dicen “campanita”, cosa que no le gusta. No me aclaró el porqué. Observé que no usa anillo de casado, tampoco tiene una marca en el dedo anular, lo que significa que no se lo quitó hace poco. “Esta es la mía”, expresé en voz alta. Ante su mirada, cambié a: “Esa pila es mía” y la tuve que comprar.

Revisé el ropero y -como era predecible- la ropa que siempre me sienta bien, esa noche no. La remera blanca con la que conseguí el récord de chapadas estaba sucia y si la lavaba, no se iba a secar. La blusa negra con encaje que le robé a mi vieja estaba descocida. Le pegué una cinta adhesiva por dentro para sellarla y me la puse.

Mi jean preferido no me entraba y necesitaba más tiempo para recostarme en la cama, retener el aire y cerrarlo a presión. Me puse otro, uno al que se le descoció el botón, pero como la remera es larga, zafé. Me adorné con unas cadenas doradas y me revoqué un poco.

Me pasó a buscar por mi casa en su auto. Tocó timbre y con las palabras justas me habló: “Hola Dundi”, “Hola”, le respondí. Le sugerí visitar un bar del que tengo buenas referencias. Sin embargo, arrancó sin escucharme, como si tuviese todo planeado: una cena a la luz de las velas, música tenue y una declaración de amor, imaginé.

Manejó hasta la plaza, a dos cuadras de donde vivo y frenó. Se acercó con lentitud hasta mí y sacó una cerveza que estaba debajo de mi asiento. Después buscó en el asiento de atrás dos vasos de plástico y me pidió que los sostuviera. Mantuve ambos en mis manos hasta que los completó con cerveza.

No nos bajamos del auto. Al vicio me puse los zapatos. Cuando se aproximó a servirme más cerveza, lo besé por error. Creí que pretendia chaparme y me adelanté. Se disculpó por la situación como pudo, no le salian las palabras. “Soy tartamudo”, se sinceró. Y yo también lo hice.

Le dije: “Sólo tenia ganas de besarte”.

 

2014.09.24 Los “sin filtro” son la mano armada de la verdad

VIDA DE SOLTERAS

Los “sin filtro” son la mano armada de la verdad

Por: Margarita Dundi

 

No conviene ser siempre sinceros. Pero hay algunas personas que insisten en serlo. Sin necesidad, le aclaran al que hace dieta la ineficacia de la misma. A su vez, son capaces de preguntarle si cuando asiste al gimnasio el local está abierto.

Son también los que le gritan al decaido que tiene motivos suficientes para respaldar su estado de ánimo. Y le exponen a quien ansia vacacionar en el Caribe y no lo consigue, que no importa cuanto lo intente, ya que su sueldo es paupérrimo.

Esas personas son los “sin filtro”. Son reconocidos homicidas de la piedad y criminales seriales. En vez de apoyarnos en las mentiras, que ni no nosotros creemos, nos las tiran abajo. Cuando un soltero afirma que es mejor estar solo que mal acompañado, ellos lo contradicen y le reiteran que el motivo real es que nadie los invita a salir.

Si un individuo con una cabeza generosa protesta porque las gorras son pequeñas, el “sin filtro” asegura que las medidas son normales. Cuando una persona justifica el desempleo de su pareja por cuestiones coyunturales, el “sin filtro” indica que la causa principal es que las empresas buscan personal capacitado.

Si un grano resalta en la frente como un volcán en erupción, cualquiera señalaria que apenas sobresale. El “sin filtro” pronunciaria que es un tubérculo que no se podria ocultar ni con un flequillo tupido. Cuando la remera se arruga por algunos kilos de más, el “sin filtro” dice: “Estás gordo”.

Si a un melenudo el cabello le comienza a escasear, un “sin filtro” le suelta en la cara: “Te estás quedando pelado”. Y si tras cortarnos el cabello o cambiar de peinado afloran algunas canas, el “sin filtro” opinaria: “Estás viejo”.

El “sin filtro” nos marca si tenemos alguna prenda descosida o encogida. Y no dudo que nos mandaria al frente, en pleno brindis de un casamiento, diciendo que repetimos el traje o el vestido que tenemos puesto en una fiesta anterior.

Mi amiga Soledad es una “sin filtro”, no por naturaleza, sino por elección. Lo disfruta. Después de chapar al ferretero, no tuve más contacto con él. La Gorda auguró que en cualquier momento aparecerá. Soledad, en cambio, no dudó en decir que no le intereso y que por eso no me habló. ¡No me gustan los “sin filtro”!

 

2014.09.29 Lo que hacemos por ellos

VIDA DE SOLTERAS

Lo que hacemos por ellos

Por: Margarita Dundi

 

Cuando nos gusta alguien, hacemos cosas que, en otras circunstancias, no realizariamos. Claro que esto ocurre en la primera etapa de enamoramiento, cuando él oculta sus medias agujereadas y su mamá no critica nuestra comida.

Nos descardamos más seguido, en profundidad y al detalle. Antes de juntarnos con el tipo si o si estamos depiladas. Pero la actividad, no sólo implica pasarse la cera. Incluye repasar la zona con una depiladora eléctrica y si acaso persisten los “cardos”, una pinza de depilar termina la tarea.

También compramos ropa interior. Los tipos se ponen cualquier calzoncillo y nosotras nos tomamos dos colectivos para ir a una lenceria. O bien usamos el horario del almuerzo para renovar las bombachas estiradas y apenas probamos un sándwich. Y no nos importa si para hacerlo, sacrificamos nuestros últimos pesos.

Nos planchamos el pelo para quedar bien lacias. A veces, aún con el cabello húmedo, nos pasamos la planchita a riesgo de quemarnos el pelo. Y no nos amedrentamos con el agua oxigenada; ahogamos el pelo en la sustancia para fingir un color que bajo ningún motivo es natural.

También nos sacrificamos con los tacos altos. A ellos el gusta escuchar el “tac tac” y ver piernas estilizadas. Incluso, si a la mujer le gusta usar tacos altos, pero el tipo viene en tamaño reducido, ella opta por unas “chatitas”, si eso lo hace sentir cómodo.

Somos capaces de leer varias veces un mensaje que nos envió. Dejamos todo de lado para mirar la pantalla del teléfono celular, como si alguna palabra cambiara. Ese mensaje especial no sólo es archivado en nuestra memoria, sino en la del teléfono. Además, se lo mostramos a quienes, de seguro, no les interesa leerlo.

Cuando nos gusta un tipo futbolero, pero no el fútbol, nos fanatizamos con su equipo. Compartimos los partidos, alentamos a los jugadores y aprendemos algún que otro nombre. Lo mismo pasa con los grupos musicales. Si nos peleamos, ese fanatismo muere con la relación.

Y hasta nos animamos a incursionar en la cocina. Le demostramos que no somos sólo una cara bonita y un cuerpo escultural. Exponemos nuestra idoneidad de cara al futuro. Por algún motivo nos esforzamos en hacer lo que, de prosperar la relación, trataremos de evitar.

 

 
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