2013DICIEMBRE

2013.12.03 Una bombacha para cada edad

VIDA DE SOLTERAS

Una bombacha para cada edad

Cosas que pasan por mi mente mientras me preparo para una cita.

Por: Margarita Dundi

 

Llamé a Roberto, lo invité a salir y accedió. “¿Voy preparada para la guerra?. ¿Qué bombacha uso?”, pensé. Cuando estaba buscando la adecuada, me percaté de que el tamaño de mis bombachas varió en los últimos años: a partir de los 27 años, la cantidad de tela aumenta.

De chica adoraba las que tenian voladitos y puntillas. Ahora es imposible que use bombachas con volados. Mi cadera está en contra. Sucede que la tela se estira tanto que la magia de los volados desaparece y se pierde el efecto. Parece apenas una ondulación.

En la adolescencia opté por bombachas más reducidas. El traspaso de la bombacha grande a la conocida bedetina fue como cambiar el DNI a los 16 años. Fundamental. Situación sólo igualada por el reemplazo de la malla entera por el bikini. A los 23 años (nunca fui una luz) compré unas bombachas cuyo frente y dorso eran prácticamente iguales. Fue una necesidad, ya que las bedetinas que usaba sobrepasaban la ropa que me ponia.

Para el casamiento de mi primo Javier, no usé bombacha para que no se notara en el vestido. El problema surgió cuando me llamaron para la entrega de las ligas. Mi único objetivo fue que pasara inadvertido y al final hasta un mozo se enteró de que estaba semidesnuda. Sentí que todos me miraban justo ahí.

A partir de los 27 años, las bombachas reducidas en tela se convirtieron en ocasionales. En lo cotidiano, las preferidas son las bedetinas de algodón que tienen el elástico desgastado. Aquellas que tardan en secarse por la cantidad de tela.

Las tangas no son las mejores amigas después de los 30 años. Se pierden por ciertos rincones, se clavan en la cadera y dejan ver más de lo que estamos dispuestas a mostrar.

Pisando los 40 años, los culotes de generosas proporciones son ideales. Nos contienen en toda nuestra extensión. Justamente ayer vi una bombacha de mi abuela. No es erróneo hablar de una visión de mi futuro. La bombacha era casi una carpa. Esa bombacha en días con humedad y lluvia no se seca en menos de cinco días.

Para la cita con Roberto voy a usar una bedetina negra. Nada de sufrir con tangas apretadas. Tampoco estaré toda depilada y ni hablar de exfoliarme la piel. Esta vez seré yo al natural y si no me avanza, me le tiro encima.

 

2013.12.16 ¿Se borran los contactos de la agenda?

VIDA DE SOLTERAS

¿Se borran los contactos de la agenda?

Delete o no delete, esa es la cuestión.

Por: Margarita Dundi

 

Diciembre es sinónimo de: arbolitos de navidad armados con desgano, aguinaldos gastados de forma anticipada y fiestas de fin de año a las que asistimos por compromiso. Pero, por sobre todo, diciembre implica un balance amoroso. Durante este mes tenemos que decidir qué hacemos con los tipos que conocimos durante el año.

Sole asegura que en diciembre hay que renovar los números telefónicos de la agenda. Pero, ¿quién alguna vez no agarró la agenda y llamó a todos los tipos que tenia anotados hasta que alguno picó?. Por eso, no hay que deshacerse de todos. Nunca me pasó al revés. Ningún flaco se puso en contacto después de mucho tiempo y me invitó a salir.

El año pasado, justamente en diciembre, lo llamé a Walter. Hacía más de dos años que no sabía nada de él. Al saludarlo, escuché que un bebé lloraba. Por las dudas, corté. De inmediato, él me llamó. Pensó que se habia interrumpido la comunicación de forma accidental y aprovechó para contarme que estaba casado y que ya tenia su primer hijo. Le volví a cortar.

Nadie daba dos pesos por Walter y el tipo ya estaba alambrado. No lo podia creer, necesitaba conocer a la víctima. Lo busqué en Facebook para ver a la esposa. Queria saber si era más fea que yo, situación que me hubiese alegrado. La mujer era una diosa; de esas que no tiene frizz cuando llueve y que al caminar, no pisa charcos.

Esperaba que tuviera estrias. Revisé todas las imágenes y en ninguna encontré un mínimo rastro. Al menos, me regocijé al leer una conversación que habia en el muro de Walter. Ella le juraba que lo amaba con todo su corazón y él le contestó: “yo, también”.

Él siempre fue igual conmigo. Yo le decia que lo extrañaba y él me respondia: “yo, también”. Jamás armó una frase con sujeto, verbo y predicado en la que me asegura que me queria o algo por el estilo. Siempre era: “yo, también”. Cuando le comenté que queria cortar la relación, me aclaró: “yo, también”. Pensé que me rogaria unos minutos. No ocurrió.

Por suerte, Walter quedó atrás. Y ¿qué hago con Juan Carlos, el galán que conocí a principio de año?, me pregunté. Muchas veces me hice la superada, borré números telefónicos y después no supe cómo recuperarlos, así que resolví que fuera el Tarot el que decidiera si debia sacar a Juan Carlos de mi vida.

Entré a una página de internet en la que habia una aplicación llamada “Tarot si o no”.  Incluí la pregunta: ¿Me olvido de Juan Carlos? y a los segundos, la pantalla se puso negra y anunció que tenia la respuesta. Di varias vueltas por mi casa antes de apretar el botón “Resolución”. Leí: “Su respuesta está entre el SI y el NO”.

Ante la duda, no eliminé el número de Juan Carlos. Por ahí uno de estos días lo busco, sólo espero no escuchar a ningún niño llorar.

 

2013.12.16 La Gorda estrena cita

VIDA DE SOLTERAS

La Gorda estrena cita

Como si ya para la Dundi no fuese suficiente con sus propios encuentros amorosos...también tiene que escuchar los detalles de los de su amiga.

Por: Margarita Dundi

 

Ayer a las doce de la noche sonó el teléfono varias veces. Mi mamá gritó que me tocaba a mí levantarme. Era La Gorda. Me queria contar cómo habia sido su cita con el hijo de la kinesióloga. La persuadí para que me llamara hoy. No lo conseguí, como tampoco logré completar el álbum de Sarah Kay.

El álbum de Sarah Kay lo heredé de una prima, la que habia pegado casi la mitad de las figuritas. Claro, me habia dejado las más difíciles. Lo más lindo era abrir el sobre y encontrar una autoadhesiva. Cuando me aburria, las despegaba y las volvia a poner, sintiendo de nuevo satisfacción.

Le dije a La Gorda que la iba a escuchar un rato. Hablamos una hora y media. Nos juntamos en un bazar del centro, detalló. "¿El que tiene las estanterias azules atadas a un árbol?", le pregunté. "Si, ese en donde rompiste dos tazas y arruinaste el juego completo de té", me aclaró.

Quedaron a las 17:30 en la sección de los tupper. Ella tendria en la mano un envase en forma triangular para guardar sándwiches y él una compotera para el postre. Él llegó antes. Solterón, pensé. Cuando La Gorda lo vio, imaginó que era un repositor, así que no le habló.

A las 17:50 eran los únicos que seguian allí parados. Alguno le habló al otro, no me quedó claro quién. A las 18:00, el dueño del local les pidió que se retiraran si sólo iban a manosear la mercaderia. El tipo justificó la permanencia en el local y compró un vaso medidor de líquidos que estaba en oferta.

Continuaron charlando en un bar. Los dos pidieron café con leche y dos medialunas. Él no las comió, pero las envolvió en una servilleta y se las llevó a la casa. Al enterarme, le rogué que suprimiera información. Se ofendió y juró, aunque no lo cumplió, que no hablaria más.

Tampoco necesitaba conocer que tenia un agujero en la media derecha, cosa que ella descubrió al levantar un sobre de azúcar que se le cayó al suelo. Al menos, él pagó la merienda, aunque, para hacerlo, juntó billetes de dos pesos.

¿Y cómo es él?. ¿A qué dedica el tiempo libre?. Me sentí José Luis Perales. "Es alto como el chico que me gustaba en sexto año de la secundaria y morocho como el tipo que está enamorado de la protagonista en la novela mexicana que veo a la noche", precisó. "Está buscando trabajo, sólo que él tiene más capacidad de lo que las empresas necesitan", recalcó.

Mañana salen de nuevo. Él tiene unos descuentos para el cine. La Gorda queria ver una película 3D, pero él le aseguró que los filmes no son realistas y que además le iba a molestar la vista. "Después te cuento cómo chapa", me susurró y cortó.

 

2013.12.20 Hay que deshacerse de cierto tipo de hombres

VIDA DE SOLTERAS

Hay que deshacerse de cierto tipo de hombres

Nos juntamos con La Gorda y con Sole para debatir qué estamos dispuestas a soportar y qué no de los hombres.

Por: Margarita Dundi

 

Organicé una juntada de urgencia con las chicas.

Motivo de la convocatoria: Hay cosas de Roberto que no me convencen.

Cada una aportó, gracias a su vasta “experiencia hombrística”, comportamientos que detestamos del género opuesto. Coincidimos en muchas de las cosas que nos molestan. O sea que, como dice Sole, los hombres son todos iguales. Yo creo que hay algunos menos peores, sólo que esos ya están alambrados.

La Gorda, Sole y yo repetimos en voz alta y chocando nuestras tazas completas con mate cocido:

 

NO a los hombres que aparecen los lunes y los martes y desaparecen los fines de semanas. No falta el tipo que te invita a salir el lunes y apenas arranca el viernes a la noche si lo querés encontrar, necesitás un pedido de captura internacional. Sin embargo, en cuanto el reloj marcó las 00:00 del domingo, vuelve como si nada hubiera sucedido.

 

NO a los hombres que le ponen clave al celular, no muestran los mensajes que reciben y no dejan ni un segundo su teléfono. Y si les preguntás si ocultan algo, sos las peor del grado, pero si no sospechás, sos ingenua.

 

NO a los hombres que te escriben un mensaje de texto un viernes o un sábado a las cuatro de la mañana para saber a dónde estás. Yo a esa hora siempre estoy durmiendo. El tipo te despierta, te hace enojar y seguro que en la semana ni aparece. (Nota: prefiero los que escriben en horario diurno los lunes y martes).

 

NO a los hombres apegados a sus madres. Ellas siempre serán mejores que cualquiera de nosotras. La madre cocina, lava, plancha, lustra y los entiende mejor. Es una competencia injusta. Ninguna de nuestras salsas caseras tendrá el sabor que ella consigue con un simple tomate maduro y una cebollita picada.

 

NO a los hombres que te escriben por Facebook o te envian un sms y luego no te responden. ¿Por qué lo hacen?. No falta quien te habla, se hace el interesado y te genera una ilusión que no entra en tu cuerpo. Cuando le contestás, él jamás vuelve a escribir. Y no sólo lo hacen una vez, sino que lo repiten. Es como si estuvieras conversando con alguien frente a frente y de pronto se fuera y te dejara hablando sola.

 

NO a los hombres que priorizan a sus amigos antes que a sus novias. Prefieren juntarse dos o tres veces a la semana a jugar al fútbol y dejan a sus parejas a un segundo plano. Si no es un partido, es un cumpleaños y si no, un reencuentro; la cosa es que nosotras tenemos que esperar a que se desocupen.

 

NO a los hombres que exigen que estés siempre arreglada mientras  ellos se parecen a Tom Hanks en la película El Naúfrago. No se afeitan, tienen un corte de pelo vencido, usan la ropa agujereada, no saben de los beneficios de la plancha y tampoco del jabón.

 

2013.12.27 Si me llama para Navidad, soy la novia

VIDA DE SOLTERAS

Si me llama para Navidad, soy la novia

Que tu celu tenga mucha batería... por las dudas.

Por: Margarita Dundi

 

En Navidad, hay pocas cosas tan importantes como el primer llamado que recibís a las doce de la noche. Estás rodeada de toda tu familia, los besos pegajosos y los abrazos están en su apogeo, los fuegos artificiales son la mayor distracción y en medio de todo esto, si el tipo que te gusta te llama, debés considerarte la novia.

Cuando un tipo te llama a las doce de la noche, ya sea para Navidad o para Año Nuevo, quiere comprometerse. Él está viviendo lo mismo que vos. O sea que para hablarte por teléfono, se tiene que alejar de la reunión y quedar al descubierto. Y cuando una contesta el teléfono, ocurre lo mismo.

Una siempre espera el llamado. Es un hecho importante, casi tanto como cuando te teñís por primera vez. No interesa que el tipo diga lo de siempre: “Espero que recibas muchos regalos”, “Quiero que se cumplan todos tus deseos”. Lo fundamental es que te suene el teléfono.

Para Navidad, recibí un mensaje de Juan Carlos a la 22:00. Me ilusioné al leer su nombre, pero fue breve ya que cuando llegué al final del texto, encontré la frase: “Con cariño, Mary”. Juan Carlos me reenvió un sms que le habian mandado. Desilusión de nivel cinco (cinco es el máximo).

A las 23:30 estaba nerviosa por el potencial llamado de Roberto. Agarraba el celular y lo ponia en silencioso, después en vibrador. A los minutos, lo volvia a cambiar para que el ringtone se escuchara. Por momentos dejaba el teléfono exhibiéndose sobre la mesa, aunque luego lo ocultaba en un bolsillo.

Mi idea era contestar la llamada lo más rápido posible y evadir así las miradas familiares y esquivar un inminente interrogatorio. No sabía que iba a decir cuando me preguntaran quien me saludaba. La Gorda estaba en casa, así que ella no funcionaba como coartada. “Es un amigo”, les iba a explicar.

A las doce chocamos las copas y nos deseamos una feliz Navidad. A los pocos minutos y mientras yo rompia el envoltorio de un horno aromatizante, sonó un celular. Busqué con la vista el origen del sonido. Llegué hasta la mano de La Gorda que levantaba su teléfono y con una sonrisa de publicidad de pasta dental decia: “Hola”.

Cuando conversaba, La Gorda pivoteaba en el patio. Al mismo tiempo amasijaba una de las puntas del mantel. "Estás de novia", le comenté cuando cortó. Ella continuó mostrando hasta las muelas de juicio (las que le quedan).

Mi teléfono estaba intacto, ni siquiera tenia una llamada de un número equivocado. Me autoenvié un mensaje para comprobar que la red funcionaba. Por desgracia, me llegó. A las 02:00 le escribí a Roberto. Tras mucho pensar, le puse: “Roberto, Feliz Navidad”. A las 03:00 cuando la respuesta era improbable, la recibí: “Dundi, Feliz Navidad”.

 

 

 
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