2014ABRIL

2014.04.04 La Dundi sapo de otro pozo

VIDA DE SOLTERAS

La Dundi sapo de otro pozo

Por: Margarita Dundi

 

Sole me llevó a una reunión con sus compañeras de trabajo. No es que yo fuera importante para el evento, sino que ella no queria sentirse sola y luego entendí el motivo. Nos juntamos el martes, pasadas las 21:30, en un quincho paquete cuyo arquitecto se pasó de original y dejó varios desniveles, los que casi me cuestan una rinoplastia.

Todas las concurrentes, solo éramos mujeres, llevamos un menú para compartir. Yo me presenté con una docena de panchos mixtos (entiéndase con mostaza o mayonesa) y como lujo: lluvia de papas a discreción. Cada una colocó su plato sobre una mesa de vidrio y así se constituyó un bufé.

Desde que puse un pie en el primer desnivel y casi me caí, escuché hablar de embarazos. Un 99,8% de todas las conversaciones tornaron en torno a los hijos. El 0,2% restante me lo perdí porque fui al baño, pero de seguro, también se refirieron a lo mismo.

"¿Con qué obstetra te atendés?", me encaró una de las chicas. “Es gordura”, le contesté y seguí arrebatando otro rollito de jamón crudo de la fuente de fiambres. Después me volví por un pedazo de queso y otro de jamón ahumado con finas hiervas (supongo) para digerir lo que me habia dicho.

De forma imprevista, se largó una batalla de nombres. Entre las presentes habia dos embarazadas y nos obligaron (no exagero) a elegir entre una docena de nombres que les gustaban. Yo les propuse “Fiama” por La Extraña Dama, pero no les convenció. Ahora están de moda las Albas, las Mías, las Zoes o las Biancas.

¿Qué pasó con las Margaritas?. Ya nadie usa el nombre, sólo a mi mamá se le ocurrió. Hubiese sido aún peor si mi papá me hubiera anotado en el Registro Civil, como estaba pactado con mi vieja, con “Rosa” como segundo nombre. En vez de ir al colegio, me tendrian que haber llevado a un vivero.

“Mi nena no me deja dormir”, se quejó una de las chicas; una que jamás habria obtenido un premio en un certamen de belleza. Esta semejanza conmigo me otorgó esperanza. En ese momento surgieron, como las estrias, recetas para que los bebés duerman aunque sea unas horas. Yo les sugerí un buen maquillaje tapa ojeras; tampoco fue aceptado.

Al último, yo estaba saturada con tanta información así que solté dos palabras que no querian escuchar: segundo hijo. Toda soltera detesta que le pregunten cuando tendrá hijos y la que ya tiene, odia que la interroguen por el próximo. 

Sole largó una carcajada y nuestras risas precipitaron nuestra retirada.

Antes de irnos, una de las chicas me aclaró que lo importante no es la cantidad de hijos, sino tener con quien hacerlos o al menos practicar. Me deprimí otra vez.

 

2014.04.11 Lo que quieren ellos y lo que queremos nosotras

VIDA DE SOLTERAS

Lo que quieren ellos y lo que queremos nosotras

No podríamos desear cosas más distintas.

Por: Margarita Dundi

 

Nosotras anhelamos ciertas cosas; cosas que difieren con las expectativas de los hombres. Si ambos géneros pudieran concretar sus sueños, ellos elegirian jugar al fútbol como Lionel Messi, integrar la selección argentina y ganar un mundial. En cambio, las mujeres preferiríamos encontrar una persona que nos quiera, casarnos y tener hijos.

Para ellos sería un sueño faltar al trabajo o deslindarse de cualquier responsabilidad cada vez que juegue su equipo de fútbol favorito. Incluso sería fantástico que los jugadores le dediquen los goles. En nuestro caso, el equivalente sería que la tintura del pelo nos durara intacta un año.

Un hombre sueña con salir con una mujer que sea hermosa y que tenga las curvas necesarias como para perderse. Pero, además quisiera relacionarse con más de una a la vez y que ninguna sea celosa. Para las mujeres la felicidad se reduciria a un hecho simple: ser más linda que algunas ex compañeras de colegio.

Para nosotras sería un sueño no tener celulitis para poder usar mini shorts y que de un día para el otro la depilación no exista. Ellos quisieran tener el cabello largo hasta los 99 años. Nosotras amaríamos que el pelo se conserve sin frizz cuando hay humedad.

Ellos también serían felices si pudieran pasear con un auto de alta gama, de esos que aparecen en los videos de reggaetón. Y sería aún mejor, si pudieran optar todos los días por diferentes modelos. Nosotras disfrutaríamos tener una habitación con innumerables pares de zapatos y carteras.

Los hombres serían felices si pudieran juntarse con sus amigos todos los días y actuar como si tuvieran diez años. Nosotras seríamos felices si cualquier ropa que nos probáramos nos quedara bien, ya sea esos vestidos apretados o los pantalones de jogging de entre casa.

Qué mayor felicidad tendríamos si nuestra pareja fuera independiente de su madre. Sería un sueño que no nos compare en ningún aspecto con la suegra. Ellos serían felices si nosotras desistiéramos de llamarlos por teléfono con insistencia luego de que en el primer intento no contesten.

A su vez, para los hombres sería un sueño poder secarse el cuerpo con cualquier toalla que esté en el baño. Ellos usan a escondidas la toalla de las manos para secarse cuando se terminan de bañar. Las mujeres seríamos felices si pudiéramos usar un mismo vestido muchas veces sin que nadie lo notara.

Nosotras seríamos felices si nos contactara un tipo al día siguiente de conocerlo. Ellos serían felices si cualquier mujer los avanza en la primera cita.

 

2014.04.16 Los rebeldes vs. los amansados

VIDA DE SOLTERAS

Los rebeldes vs. los amansados

Sobre los hombres y sus categorias.

Por: Margarita Dundi

 

Charly está bien amaestrado. Se nota que otras mujeres con las que se topó hicieron bien su trabajo. Hay dos clases de tipos: los que tuvieron parejas temporarias o bien nunca constituyeron una (los rebeldes) o los que noviaron durante algún tiempo (los amansados). Estos saben los pros y los contras que sus acciones tienen.

Cuando un hombre está acostumbrado a tener novia, apenas empieza una relación amorosa te agarra de la mano. Y pareciera que cuanto más te oponés a aceptar dicho gesto, más se empeña en hacerlo. En la primera salida, te abraza, te toca el pelo o te toma de la cintura. Esto es, sin duda, una lección aprendida de “la ex”.

Un amansado conoce, a priori, que si un día del fin de semana saldrá con sus amigos, el resto del tiempo deberá administrarlo para nosotras. En cambio, los rebeldes planifican que jugarán al fútbol con sus amigos el viernes, el sábado saldrán a bailar y el domingo verán varios partidos de fútbol. Error.

Un amansado sabe que elegir siempre a los amigos por sobre la novia genera inconvenientes y para evitarlo, lo regula. Sobre todo si en dichas salidas hay antiguas novias o mujeres disponibles. Estas últimas serán degradadas y reducidas en sus atributos para minimizar nuestros reclamos.

Aunque todos los hombres miran a otras mujeres, los rebeldes son más descarados que los amansados. Un rebelde, en cuanto ve a una mujer de su agrado, la recorre con la vista. El amansado sabe que hacer tal cosa puede costarle que no le contesten las llamadas.

Si deciden ir al cine, el amansado advierte que una película romántica o de comedia es la mejor opción. En la mayoria de los casos, las mujeres detestamos las de guerra donde abunda la sangre o las de terror. Los rebeldes no tienen tacto y son capaces de llevarnos a ver Rambo.

Lo mismo sucede con el control remoto del televisor. El amansado hace zapping y conoce las alternativas: elegir un contenido que pueda gustarnos a ambos o entregarnos el control remoto.

El amansado sabe que si una cocina, a él le toca lavar los platos o viceversa. El rebelde cree que las casas funcionan como los hoteles. Llega, se sienta, critica si no le gusta lo que comió y después ni siquiera coquetea con la pileta de la cocina. Por fortuna, Charly es un amansado.

 

2014.04.25 Si tenés el control remoto, ganás

VIDA DE SOLTERAS

Si tenés el control remoto, ganás

Cómo ocupar la casa de nuestros novios.

Por: Margarita Dundi

 

Desde que el mundo es mundo -no me gusta exagerar- hombres y mujeres pelean por apropiarse del control remoto. Adueñarse de ese pequeño objeto, que hoy llegó a ser universal para cualquier televisor, no es una tarea sencilla y en una pareja va de la mano de la confianza.

Siempre insisto en la evolución del comportamiento que asumimos las mujeres con los novios. Al principio ni nos despeinamos para no perder belleza y compostura, hasta que un día usamos como pijama nuestra remera de egresados de la secundaria, que está llena de agujeros. Ese día, todo cambia, incluso en el vínculo: mujer-control remoto.

Diria que es un quiebre entre la mujer que ansía esparcir con sumo cuidado la mermelada en las tostadas de su pareja y la que critica a la suegra porque, a pesar del poco tiempo que la conoce, ya descubrió que no la aguanta y que no la aguantará.

Es esa distancia a superar entre la que soporta que el tipo le ronque en el oido cuando están acostados porque está enamorada y la que le pega un codazo al tipo porque respira fuerte, le da la espalda y se duerme en el lado contrario del colchón. Esta última sabe que puede cambiar de canal con total impunidad.

Cuando tenemos el control remoto, no sólo contamos con la posibilidad de ver películas de Disney cuando se disputa una final de fútbol que él quiere ver, sino que también disponemos con mayor libertad que antes, de los espacios de su casa. Si vive solo, estamos habilitadas a desprendernos de algunas prendas nuestras.

Podemos dejar en su baño un cepillo de dientes suplente, cuya presencia está resguardada por nuestro bienestar bucal. Luego, le seguirán una bombacha por si acaso; un pijama (la remera de la secundaria o bien el camisón tipo abuela) porque en algún momento te podés quedar a dormir; además un peine para estar decente y no atentar contra nuestra reputación.

A su vez, en esa instancia contamos con facultades para acomodar, modificar o directamente reemplazar elementos de la casa de nuestro peor es nada. Podemos cambiar el jabón en pan por uno que sea líquido y que proteja la piel. Además podemos acomodar la heladera y la alacena según nuestro gusto.

Como si fuera poco, podemos modificar de lugar los muebles que entorpecen nuestro desplazamiento. O bien podemos reemplazar el póster de su equipo de fútbol favorito, que está pegado en la puerta de su ropero, por una foto en la que aparezcamos los dos. Y cuando todo está según nuestro requerimiento, sólo basta sentarse en el sillón a elegir qué ver en la televisión.

 

2014.04.30 El cumpleaños de mi novio

VIDA DE SOLTERAS

El cumpleaños de mi novio

Amigos, tías y otras tragedias.

Por: Margarita Dundi

 

Charly cumplió años en la semana y me invitó a su departamento. Fui con La Gorda y su “peor es nada” para evitar la presión de ser señalada como “la saliente”. No lo logré, en cuanto llegué “Pircucho” Menghi, el mejor amigo de Charly, impulsó un brindis con vasos de plástico y gritó: “Arriba los nuevos novios”.

En el departamento estaban además dos tías de Charly, Buba y Chela, también tres amigos más, cuyos nombres no recuerdo. Chela se acercó a La Gorda y a mí y en voz baja nos recomendó imitar a las abejas cuando nos relacionemos con los  hombres: “Ustedes tienen que posarse en todas las flores, pero no quedarse con ninguna”.

Fui al baño y espié, como de costumbre, todo. No habia objetos femeninos ocultos, ni nada vinculado a Maradona; Roberto tenia una toalla con la cara del Diego. Mientras que yo estaba en plena investigación, Pircucho golpeó la puerta del baño y ante mi negativa gritó: “Dejá de hurgar el baño, destapá las cañerias y salí”.

Charly preparó empanadas y unos niños envueltos, todo incomible. Yo desaparecí una empanada adentro de mi cartera, Pircucho me vio y me acusó. “Soy alérgica a la harina”, me jacté. “Alérgica al peine”, retrucó. El novio de La Gorda me defendió y Pircucho lo tildó de pollerudo.

La Gorda contraatacó y le preguntó a Pircucho si estaba en pareja. El aseguró que jamás se puso de novio y que “está conociendo” a alguien hace cuatro años. “La clave es no relacionarse con los suegros”, precisó y el novio de La Gorda asintió, lo que le costó un codazo y una futura cena con la suegra.

“Dundi, el viernes jugamos un partido de fútbol, podrias ir a alentar a Charly”, sugirió Pircucho. “No puede”, sentenció Charly. “Si, voy”, retruqué.

“Las mujeres no van a los partidos de fútbol”, insistió.

Si lo hubiera tenido cerca, lo codeaba. Me conformé con limpiarme las manos sucias en el mantel blanco que compró en Unquillo.

Los invitados se fueron y quedamos Pircucho, Charly y yo. No hubo chape con Charly y no sólo porque el amigo sostuvo la vela hasta el final, sino porque Charly me excluyó del partido de fútbol. Mañana cumplo años yo y se me juntará el ganado. Roberto se auto-invitó, Juan Carlos jamás olvida un cumpleaños y si le levantó el aplazo a Charly, estaremos todos.

 

 
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