2014ENERO

2014.01.02 La Navidad se puede reciclar

VIDA DE SOLTERAS

La Navidad se puede reciclar

¿Qué hacer con los regalos inútiles?

Por: Margarita Dundi

 

"El 31 lo festejamos en casa”, me avisó mi mamá con un tono bélico. Le ganó la pulseada a mi tía Verónica, ya que este año le tocaba a ella. Mi vieja convocó una especie de Tribunal de La Haya familiar y consiguió que se cambiara de lugar. Además se aseguró el “24” de 2016.

Esta Navidad la pasamos en lo de mi tía Pascuala y -como todos los años- Papá Noel me regaló un talle “S” cuando no me entra. El año que viene le voy a mandar una carta para que entienda. Además quiero que sepa que ya tengo paraguas. Es el cuarto que recibo.

Hace unos años, cansada de recibir regalos inservibles o feos, armé un mercado de circulación regalera. Cada vez que llega a mis manos algo que no me gusta, lo etiqueto con el nombre de quien me lo obsequió y la fecha. Cuando necesito algo, lo busco y lo vuelvo a entregar.

Una vez regalé un perfume sin revisar el interior del envoltorio y habia una tarjeta dirigida a mí. En ese momento, aseguré que se me habia caído sin querer mientras preparaba el presente y zafé. Igual era la colonia para chicos que tía Pascuala me entregó cuando cumplí los 30.

Lo más complicado de la puesta en escena del regalo reutilizado, es que coincida la marca de la etiqueta con la bolsa en donde se entrega. Muchas veces cambio la bolsa original por una más linda para que parezca que gasté más plata. A su vez, le pego a las bolsas moños grandes para tapar las cintas adhesivas anteriores.

Una contra del sistema es que todos los regalos se pueden cambiar por otros con un margen de pocos días. Me pasó de regalar pantuflas y que me aseguraran que no le entraban. No habia forma de hacer algo, las tenia guardadas desde el año anterior. Dije que el comercio habia quebrado.

Lo fundamental del sistema es tener un registro del stock. Una vez me olvidé de anotar que Pascuala me habia regalado una crema antiarrugas y se la re-regalé para el día de la tía. Luego se vengó dándome la colonia para chicos.

En fin. Este martes, mi tía Verónica exigirá la asignación de la Navidad de 2014, para compensar el desaire de este año. Sólo espero que no use el vestido que le regalé para su cumpleaños, porque es el mismo que Pascuala le dio a mi mamá para el aniversario de casados.

 

2014.01.07 Un catálogo de excusas perfectas

VIDA DE SOLTERAS

Un catálogo de excusas perfectas

Mil maneras de hacerte la estúpida con onda.

Por: Margarita Dundi

 

Las mujeres manejamos un nutrido catálogo de rechazos adaptables según la ocasión. También funcionan en los boliches: cuando no te gusta un tipo, el 97% de las veces decís que vas al baño, el 3% asegurás que preferís bailar con tus amigas.

El pretexto más usado para no ver a las amigas es el novio. “Me encantaria ir porque las extraño, pero hoy me junto con Juancito”. Esta es una frase universal, sólo varia el nombre del susodicho. Lo más lindo es que algunas conviven con el tipo o lo ven seguido, pero no pueden despegarse por dos horas.

Otra: no tengo ropa para ponerme. “Todo lo que tengo en el ropero me queda mal”, aseguramos. Y agregamos: “Incluso no me teñí”. Cosas que no restringen en absoluto salir de nuestras casas.

Estoy deprimida. Es uno de los argumentos más fuertes porque no se puede contradecir con facilidad. Por otra parte, si una amiga trata de levantarte el ánimo, lo más probable es que conversando encuentren pálidas y ya ninguna quiera salir.

El clima (este es un ítem etario). Cuando sos chica no importa si llueve, hace frio o mucho calor; sin embargo, cuando superás los 30 años, pensás que si hace frio te podés enfermar y si lo hacés, vas a faltar al trabajo y perdés el presentismo. Por otra parte, si la temperatura es alta, vas a transpirar.

Trabajo. Seguro tenemos que terminar pendientes del trabajo o necesitamos acostarnos temprano porque al otro día laburamos y ya no estamos en edad para aguantar una trasnochada. También se aplica a la limpieza de la casa. No falta la que se escuda en que tiene que planchar para toda la semana.

Cardismo. No estoy depilada. Esta excusa sirve para faltar a la reunión porque vas a usar el tiempo para ponerte al día o bien porque para el plan de la pileta necesitás estar descardada. Este motivo también influye en citas amorosas, aunque en esos casos no se especifica.

Cansancio. “Estoy muerta”, explicamos. “Me conocés, a las doce ya quiero estar en el sobre”, se escucha. “Si no hubiera trabajado hoy y si no tuviera que terminar unas cosas que necesito para dentro de dos semanas, iria”, insistimos.

Dinero. “No tengo plata. Estoy crocante de seca”, describimos. Afirmamos que cuando cobremos, vamos a salir. Después, seguro que no podemos por otra cosa.

 

2014.01.10 Bronceado caribe, caribe

VIDA DE SOLTERAS

2014.01.10 Bronceado caribe, caribe

Lo que la naturaleza no da...podés comprarlo en el supermercado.

Por: Margarita Dundi

 

Siempre quise el bronceado, el cuerpo, el pelo, los ojos etc. de Pamela Anderson, pero a pesar de mi anhelo, nunca me le parecí en nada. Como la semana pasada empezamos con la Gorda natación, me propuse tener un bronceado caribe, caribe, al mejor estilo Miami (supongo, porque nunca fui) para lucir en la pileta.

Fui al super a comprarme un autobroceante. No sabía si era mejor en crema o en spray. Estuve media hora leyendo las instrucciones de uso de los productos y comparando mi color de piel con el que aparecia en los envoltorios. Descubrir el origen del universo era menos complicado, no obstante, soy insistente. Una vez un tipo me definió así, igual nunca aceptó salir conmigo. Después dicen que quien insiste siempre logra lo que se propone.

Mi amiga Sole, fanática del autobronceante en aerosol, me dijo: “Te lo ponés rápido y te queda para alquilar balcones”. Me convenció y lo compré. Como resultó más caro de lo que pensaba, descarté el paquete de papel higiénico que tenia que reponer, situación que en el corto plazo generará inconvenientes.

El envase decia algo así como “dispersión uniforme”. Mentira. Primero probé en las piernas y me quedaron unas vetas. Unas parecidas a las que le dejé a la ventana de la cocina cuando las barnicé. Como lo advertí rápidamente, me volví a poner para emparejar la zona, quedó peor que antes. Las pantorrillas tenian un color más claro que los muslos.

Para reparar la situación, adquirí un autobronceante en crema. Me lo pasé sin problemas; quedó uniforme y cuando me miré en el espejo y me vi, estaba ¡diosaaa!. Lo único molesto fue que la crema tiene una fragancia particular. Parece olor a desodorante de ambiente. Ahora mi familia sabe que estoy en casa no porque me ve, sino porque me huele.

Hoy fuimos con La Gorda a natación. Me calcé mi nueva malla enteriza. La elegí de un talle menor al mío para no perderla en la pileta, como me pasó la última vez. El profe tenia puesto otro short que le quedaba pintado. Nos mandó con la Gorda al sector de la pileta destinado a los niños para que practicáramos respiración.

Yo estaba realizando un desempeño extraordinario con el flota-flota y de un momento para otro, advertí marcas blancas alrededor de mi cuello, en las axilas y en la entrepierna. Como la malla es muy apretada, me quitó parte del bronceado. Parecia un pollo preparado para deshuesar por las articulaciones. Hice la gran huida de la Gorda, en cuanto el profe se distrajo, me envolví en la toalla y me fui al baño. Volví a casa desteñida y con olor a aromatizante vencido.

 

2014.01.17 Volver al ataque con Roberto

VIDA DE SOLTERAS

Volver al ataque con Roberto

Visitar a un hombre de imprevisto, te puede traer más de una desagradable sorpresa.

Por: Margarita Dundi

 

Al principio todos los hombres son príncipes azules; después descubrimos la realidad. Es la misma sensación que tenemos cuando nos compramos una bikini pensando que nos quedará como a Pamela Anderson y cuando la usamos no se a quien nos parecemos, pero a ella, seguro que no.

Anoche regresé a la casa de Roberto. La última vez que fui, conseguí adueñarme del dulce de batata. En la ocasión anterior, me empaché con un VHS de Maradona del mundial de 1986. En esta oportunidad, descubrí a un Roberto auténtico, quizás más de lo que esperaba.

Le caí de sorpresa a la casa. Según Sole es la única manera de saber con quien chapás. Toqué el timbre y no atendió sino hasta pasados diez minutos, cuando le envié un sms. “El timbre no funciona porque no le cambié las pilas”, me aclaró. “Están caras, con lo que ahorro, podria llenar de nafta el tanque de un auto” detalló. Él no tiene auto.

Me invitó a pasar o a lo mejor me invité sola, no lo recuerdo bien. Una bocanada de olor a ropa sucia me cacheteó apenas crucé la puerta. Cuando reaccioné, ya estaba en medio del living. Me acerqué a un ventilador de pie para respirar mejor.

Me senté en un sillón, me clavé uno de los alambres que sobresalian y cuando quise esquivar otro que parecia letal, me apoyé en el antebrazo derecho y se desprendió. Lo aproximé a su sitio como si nada hubiese ocurrido. Mientras lo hacía, encontré un conjunto de medias, no solo huérfanas de su hermana, sino que era imposible determinar la forma.

Las medias no estaban rotas, eran desagradables a la vista. No tenian huecos, eran “cráteres mediales”. En plena inspección de sus medias, Roberto me miró y me dijo: “Me gusta eficientizar, por eso no las tiro” y se jactó de tener tres o cuatro pares sin estrenar. Lo cual es tan real como decir que soy lampiña.

Desde que llegué a la casa, Roberto no dejó de recibir mensajes de texto. Pensé que se trataba de una mujer, aunque las posibilidades eran reducidas. Sin embargo, no falta un roto para un descocido, asegura mi vieja.

“Mi amigo, el facha Santiagueño, me reclama el ventilador que me prestó”, se sinceró. El tipo ni siquiera tiene ventilador propio, pensé. Se excusó: “¿Para qué voy a comprar si me lo pueden prestar?".

Durante la charla, sin proponérselo, sacó de su bolsillo un vale de $1,50 que tenia a su favor en la carniceria y lo guardó con extremo cuidado en un cajón.

Roberto lucía preocupado. El Santiagueño, de gusto estético dudoso, según se rumorea, queria de regreso su ventilador. “Hace tres semanas que me lo pide”, se jactó y se despachó con la frase: “Mañana si o si averiguo precios de ventiladores y en unos meses, lo compro”.

 

2014.01.27 Vacaciones de mujeres

VIDA DE SOLTERAS

Vacaciones de mujeres

Por qué detesto los viajes largos.

Por: Margarita Dundi

 

"Viajamos con tu tía Verónica a Merlo. Vení con nosotras e invitá a quien quieras”, me dijo mi vieja. “Vamos con algunas chicas del centro de jubilados”, detalló. Recorrí la lista de contactos del celular y la única que accederia a acompañarme era La Gorda. Aceptó en cuanto supo que visitaríamos el casino.

El jueves a las diez de la mañana subimos al micro. Nos ubicamos en el piso superior. La Gorda eligió sentarse del lado de la ventanilla y yo quedé sobre el pasillo. Estiré la cortina de la ventana porque la luz del sol era penetrante; La Gorda la corrió porque queria ver el paisaje. A los cinco minutos y sin que el ómnibus arrancara, La Gorda me pidió permiso para ir al baño.

Cuando nos acomodamos, el guia que nos asistiria durante todo el viaje se presentó. De un momento para el otro relató su divorcio. Lo dejé de escuchar y le pedí a La Gorda que, si me dormia, me avisara cuando entregaran la vianda.

El aire acondicionado frio nos obligó a abrigarnos. La Gorda sacó una colcha de una plaza y media de su bolso de mano. En cuanto se durmió, le robé una esquina y me tapé. Me desperté de inmediato porque una señora insistia en sentarse sobre mí. Otra mujer, que dijo ser la hija, la agarró de la mano y se la llevó.

Los ronquidos de mi tía me impidieron retomar el sueño. Sentia frio, La Gorda habia aprovechado el incidente de la señora para quitarme la colcha. Me levanté a tomar un café de la máquina, me tiré la mitad de la infusión y me quemé la mano.

Queria ir al baño. El indicador de baño ocupado estaba encendido. Ya no tenia posición de espera y en eso, se despertó La Gorda y encaró para el sanitario. Le advertí que no estaba disponible. “Dundi, el cartel no funciona. Lo dijo el guia veinte veces”, me aclaró. Cuando volvió, fui, abrí la puerta y en el interior estaba la señora que habia querido sentarse en mi lugar. Me trató de depravada.

Como seguia con insomnio, me concentré en la película que estaban pasando. Era subtitulada y las letras eran tan pequeñas que no podia leer. Le pregunté a mi mamá de qué se trataba y como ella ya la habia visto, me contó el final.

Desilusionada del filme, cerré los ojos. Me saqué las zapatillas y le tironeé la frazada a La Gorda. Cuando estaba en lo mejor, ella me sacudió. “Ya llegamos”, confirmó mi tía Verónica. “Por dormir, te perdiste la comida”, agregó La Gorda.

 

2014.01.31 Dime quién eras en el colegio, y te diré quién eres hoy

VIDA DE SOLTERAS

Dime quién eras en el colegio, y te diré quién eres hoy

¿Qué será de la vida de la "modelito" del curso, del gracioso del aula y del que menos bola me dio en todo el secundario?.

Por: Margarita Dundi

 

En el aula todos ocupamos una posición. No faltan los lindos, los estudiosos y los pocos avispados. En esta categoria entrábamos con la Gorda, sobre todo, durante los últimos años de la secundaria, cuando todos noviaban y nosotras continuábamos jugando a la tarde con las muñecas.

También estaba el chistoso del grupo, Sebastián. Una vez se escondió en un armario dispuesto en el aula. Nadie lo sabía. La preceptora, Amalia, justo ese día, cerró el armario con llave, cosa que jamás hacía. Cuando Sebastián intentó salir, no pudo y su desesperación fue frenada por la directora que escuchó sus gritos. 15 amonestaciones le pusieron. Hoy hace stand up en bares.

Leonardo era el galancito del grupo. Estaba más bueno que probarse un pantalón un talle más chico y que te entre. No le sonreia a cualquier chica; yo varias veces le vi los dientes cuando hablaba con Celeste, que por aquel entonces comenzaba a pavimentar la ciudad. Siempre tuvo más calle que vereda.

A Leonardo lo encontré hace poco en Facebook. Asombrosamente, estaba igual de hermoso que en la secundaria. Lo hubiera invitado a salir, pero ni me registró. Ni siquiera aceptó mi solicitud de amistad en la red social. Según me comentaron, está de novio con una chica de 22 años. La odio.

La belleza personificada en el curso era Soledad. Era la “modelito” del grupo. A todos nos comentaba que un representante de modelos la buscaba, luego supimos que no fue cierto. Leonardo y Soledad fueron novios. Varias veces se convirtieron, bajo sufragio, en los reyes de la primavera del colegio. A mí me votaban para bufón y siempre me ganó Sebastián.

Hace unos meses, en un reencuentro con ex compañeras de colegio, me topé con Soledad. Si bien su figura quedó en el olvido, como mis 50 kilos a los 20 años, la mina sigue igual. Aseguró que aún se relaciona con las pasarelas. Trabaja para una empresa constructora.

En el aula Martita era la que llevaba carpetas nuevas, fibras que funcionaban, variaba la ropa que usaba y tenia los zapatos originales que eran furor. Era la que después de los veranos, volvia a clase y contaba de sus vacaciones en la playa. Hoy presume hasta con el papel higiénico que tiene en la casa. Usa del caro.

Con la Gorda no tuvimos levante en el colegio. En la secundaria no llegamos a dar ni un beso. Nos perdimos los encuentros clandestinos que se organizaban, mediante unas cartas confeccionadas en hojas cuadriculadas, para chapar durante el recreo. Hoy seguimos igual, sin novio fijo, pero ¿quién nos quita la solteria? (No es una pregunta retórica, es un llamado a la solidaridad).

 

 
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