Gustos
Difícil que el Chancho Chifle
Barriletes Nº 118 - Contratapa
 
Los Gustos
 
Señoras y señores, estimados lectores de Barriletes... esta revista que vuela alto. A partir de este instante serán ustedes los afortunados testigos de un nuevo hito en la historia de la literatura universal.
Los Chanchos haremos tabula rasa con todo lo conocido hasta ahora. Quizás en este momento nos sintamos a la altura de un William Shakespeare. O un Miguel de Cervantes Saavedra. Tal vez de un Walter Saavedra, ¿por qué no?. Sin que nos tiemble el pulso, podemos decir que lo de hoy representará un giro copernicano de 360 grados para la historia de la literatura, pues a partir de este instante queda caduca esa frase que asevera que: “Sobre gustos no hay nada escrito", dado que (como habrán advertido en el título) en esta contratapa escribiremos sobre: Los Gustos.
En primer término (frase paradójica si las hay) debemos advertir que no nos estamos refiriendo al gusto en tanto función de las papilas gustativas en la boca. De esto último además ya se ha escrito demasiado... Sino fíjense en cualquier tratado de medicina, manual Kapelusz o revista Billiken que tengan a mano (pero no ahora). Nos referiremos al gusto en tanto preferencia de algo. Más ligado al aspecto sensible, emocional del ser humano.
Los gustos están presentes en todos lados, a cada momento. Te guste o no. Incluso en el saludo uno hace referencia al gusto. Es habitual que cuando te presentan a alguna persona lo saludes diciendo: “Mucho gusto".
Si bien los gustos son muy propios, ya que dependen de cada uno, de su personalidad, su cultura, su educación. También dependen de los otros o de la mirada que uno quiere que los otros tengan de uno.
A saber: si uno “gusta” de una señorita por ejemplo, en el momento en que se está conociendo va a destacar aquellos aspectos que sabés que te van a hacer quedar bien.
Veamos estos casos.
Uno dice: a mí me gusta leer poesía bajo la sombra de un árbol, en un atardecer otoñal, rodeado de esas hojas marrones tan características, mientras veo los patos retozar en la laguna.
Ella piensa: "Es una persona sensible'.
A mí me gusta leer, leo Trosky, Bukovsky y Narosky dice otro.
Ella piensa: "Es un intelectual".
A mí me gusta patear palomas en la plaza mientras piso el césped, les tiro cascotazos a las viejas y escupo a los autos dice otro.
A lo que ella exclamará: "Es un perfecto imbécil".
Hay gustos socialmente aceptados, que por convención uno tiene ya naturalizados, por ejemplo: los gustos de helado.
Hágase el siguiente experimento:
Tómese un niño cualquiera. Puede tener algún parentesco con usted (sobrino, primito, hermanito) o no y pre­gúntesele: Niño, ¿cuál es tu gusto preferido de helado?.
Es muy probable que el gurrumín refiérase con más facilidad a los gustos frutilla, chocolate, incluso dulce de leche o vainilla; que al kiwi, a kinotos al marrasquino o al mismísimo tramontana.
No así al gusto crema del cielo, que como todos sabemos lo piden sólo las niñas.
Hay gustos de películas, de libros, de obras de teatro. Y allí hay distintas categorias porque hay gustos que queda bien tener y que nos gusta decir que nos gustan.
Pero, atención, también hay gustos que no aceptamos que tenemos porque no son socialmente aceptados. ¡Hay que animarse a declarar algún gusto públicamente, donde probablemente uno quede mal frente a todo el que le rodea porque tienen una imagen de uno que podria llegar a desmoronarse, eh!.
¡Hay que tener coraje, valor para decir un gusto que nos puede excluir automáticamente de nuestro círculo de amigos y beneficiarios!.
Lamentablemente, en este momento no se nos ocurre ningún ejemplo al respecto, así que pasemos a otra cosa.
Hay gustos extraños, como aquellos a quienes les gusta "el olor de la tierra mojada" por ejemplo o "el olor de la madera".
Hay gustos fetichistas, vinculados con el placer sexual: El clásico “pegame y llamame Marta".
Son aquellos vinculados a la fantasía.
Así es como para satisfacer los más bajos instintos en momentos previos al regocijo amatorio, le podemos pedir a ella que nos haga de "colegiala", "de enfermera". O cuando ellas nos piden a nosotros, “vestite de bombero", "de obrero de la construcción”, "de sepulturero".
Como dice un viejo y conocido refrán: "Gustos son gustos dijo una vieja y se estaba comiendo una cucharada de mocos".
En fin, amig@s nos despedimos hasta el mes que viene. Al menos ahora ya podrán decir que sobre gustos... hay algo escrito. Esperamos que les haya gustado.
 
 

 
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