Conservar Marido

Métodos Y Preceptos Para Conservar Un Marido.

[Maria Elena Togno -Sex-Humor 54- p.58/9-enero 1987]

 

Si usted, señora, no quiere que su esposo se le vaya, no vacile ni por un instante en seguir mis sabios sí que desinteresados consejos. Que la socia del diablo, esta servidora, sabe más por vieja que por diabla. Por lo tanto, sientese, tómese unos mates y lea.

A la mañana, señora, despiértese de buen humor aunque tenga acuciantes problemas que resolver. Igual, levántese contenta, por dentro tintineando los cascabeles de la alegria real o fingida. Tiene que dar la imagen de una mujer feliz.

A su esposo déjelo dormir un rato más y, mientras tanto, dúchese, maquíllese cuidadosamente, póngase un lindo vestidito y zapatos de taco alto. Nada de chancletas, por favor.

Prepare el desayuno y ponga la mesa con el diario en el sitio de él. Canturree. Recién entonces despierte a su esposo pero sin gritarle que se le está haciendo tarde, sino con suaves ronroneos.

Mientras desayunan, si él no tiene ganas de conversar y se parapeta detrás del diario, quédese en silencio y tratando de leer los chistes de la contratapa del matutino.

Si usted le pregunta si va a venir a almorzar y él le contesta "¡ma qué se yo, yo qué sé!", no se ofusque, a lo sumo dígale "cómo sos, ¿eh?" y ni una palabra más.

Si su esposo se come todas las tostadas y no le deja ninguna, prepárese otras, no haga que sienta culpa, no lo tilde de egoista ni lo putee.

Llámelo cariño, mi amor, mi vida, con cada frase que pueda colocar.

Antes de pedirle dinero para la compra del mercado, coméntele, con voz adolorida, que todo aumentó de precio. como eso lo pone de mal humor, dígale "no importa, tesoro, dame lo que puedas" y su marido le dará lo que quiera. Si necesita más, pídale prestado a su mamá de usted, ya se sabe que a la mamá no se le devuelven los préstamos.

Cuando él se va acompáñelo hasta la puerta de calle para despedirlo con un beso. Pero si sale a los santos tiros, hágale adios con la mano o con un pañuelito.

 

Usted Se Queda Sola

Ponga entonces a ventilar las mantas de la cama, lave las tazas del desayuno, meta la ropa sucia en el aparato no sin antes revisar si a las camisas les falta algún botón; no hay nada que irrite más a un hombre casado que la falta de un botón en la camisa; los solteros los cosen ellos.

Una cosa que a él le produce contentura es ver que usted le lustró los zapatos. Dele el gusto, total, qué le cuesta.

Vaya al mercado. Al volver, pásele el escobillón a los pisos, sacuda el polvo de los muebles, lave los vidrios de las ventanas, tienda la cama, saque la ropa del lavarropas y tiéndala. Limpie el baño. Si el papel higiénico se acabó, ponga un nuevo rollo. Da la casualidad de que siempre le toca a usted tan antipático trabajo, porque su marido cuando está haciendo caca grita que le alcancen el papel, entreabre la puerta y saca la mano. Otra cosa que siempre le toca hacer a usted es rellenar la azucarera. Lo ha hecho durante cinco años consecutivos. Su marido se limita a gritarle "¡che, no hay azúcar, carajo!".

Lave las verduras que compró y acomódelas en la heladera, todo rapidito porque se acerca la hora del almuerzo.

No le haga a su marido dos comidas iguales en una semana porque se indigna. Si él viene a almorzar, no le pregunte cómo le fue en el trabajo, que se lo cuente si quiere. Nunca quiere. Coman mirando la tele.

Cuando se va, si se olvida de darle un beso corra hasta él, abrácelo y encájele dos o tres aunque su esposo trate de desasirse.

Lave los platos mientras Libertad Lamarque llora en el televisor. Después dedíquese a clavar el clavo que sostenia un cuadro y se cayó (el clavo). Hacía ya seis meses que su digno esposo le decia ahora lo voy a clavar, pero como el pobre tiene tantas cosas en qué pensar...

Pídale prestada la escalera al portero y cambie las dos bombitas de la araña del dormitorio. Si la plancha hizo un chispazo, arréglela como le enseñó su papá de usted. Y si no la sabe arreglar, aprenda y planche todo lo que se le antoje.

Luego deshaga el pulóver que le tejió a su esposo y que le quedó corto de mangas y ajustado como un corsé, a pesar de que usted siguió las intrucciones de la revista "Cómo adelgazar tejiendo".

Túmbese en la cama y aplíquese una máscara de belleza que puede ser de rodaja de pepinos o de tomates o de un simple puré de zanahorias. Su lema debe ser estar siempre linda para su esposo.

Es bueno darle al marido una buena sorpresa. Siendo así, para el postre, prepare una torta bien rica. Puede ponerle encima un petardo y encenderlo en su momento, cosa que hará más divertido el homenaje siempre y cuando a él no le vaya el petardo a un ojo, lo que arruinaria la cosa; por eso el explosivo es optativo.

Si le parece, cuelgue de la araña del comedor un cartel que diga: Welcome Robert amor mío. No es mala idea.

Cuando él está por llegar, ingiera dos aspirinas.

 

Al Caer La Noche y Despues

Más tarde, durante o después de la cena, si su esposo quiere mirar la tele en vez de charlar de bueyes perdidos, disfrute también usted de Calabromas o de Hiperhumor o de Las mil y unade Sapag, aunque a usted no le causen gracia. Qué le cuesta, siga batiendo el parche de la alegria, que da buenos dividendos en la relación marido-mujer.

Levante la mesa, lave los platos, eche el polvito para las cucarachas y vaya a sentarse junto a él en el sofá rodeando a su marido con los brazos. Si él se queja de que usted le da calor y que le molesta que le respire en la oreja, apártese, sonria con ternura y mire también el partido de fútbol. No le pregunte qué quiere decir "posición adelantada".

Cuando el partido está por terminar, póngase un camisolín cortito, nada de bombacha y bailotee delante del sofá, agáchese de espaldas a él para recoger una pelusita del suelo y mueva la colita como un pichicho. Si su esposo no lo advierte, de tan enfrascado que esta en el fútbol, acuéstese y duérmase. Pero si él tiene algo así como un poco de ganas de hacerle el amor, béselo con pasión loca, chupetéelo, mordisquéelo, clávele las uñas en la espalda, jadee, grite, susúrrele que es un hombrazo aunque tenga un pitito de mala muerte. Si su esposo es de eyaculación precoz hágase la desentendida, no rezongue. Si no tuvo un orgasmo ni nada parecido, dígale que tuvo 4 (cuatro) en un minuto.

Si pasan semanas y semanas y ni siquiera la toca, no lo acuse de infiel, puede ser psicológico.

Si usted sabe a ciencia cierta que él tiene una amante, no llore en su presencia, hágalo cuando está sola. A los hombres los enfurece ver llorar una mujer cuando son ellos los culpables.

Si su marido vuelve a menudo a las mil y quinientas de la noche, oliendo a pachuli mezclado con coñac de tres cepas y sin un mango, no crea que no es verdad lo que le cuenta, al pobre le pasan cosas inesperadas.

Créale que la llamó para avisarle que tenia una reunión de directorio, pero que el teléfono le daba ocupado y abandonó.

Créale que tuvo que llevar al hospital a un nene al que atropelló un camión de Manliba, la madre estaba desesperada, no tenia un peso, él le dio todo lo que tenia. Después lo retuvieron en la comisaria en averiguación de antecedentes.

Créale que se le quedó el coche en un descampado, aparecieron dos asaltantes, le robaron la plata pero menos mal que después empujaron el auto hasta una estación de servicio, gauchitos los chorros.

Créale que sin previo aviso se murió la madre de Fulanao, estuvo toda la noche de velorio, Fulano más que un amigo es un hermano. Gastó todo lo que tenia en una corona de orquídeas blancas.

Créale que de repente, en plena Panamericana, bajó un ovni delante del coche y se vio obligado a detenerlo. Del plato volador bajaron dos enanitos color fucsia, cabezones y con antenitas, lo conminaron a salir del auto apuntándolo con pistolitas de un material desconocido, lo obligaron a subir al ovni, cerraron la portezuela y se elevaron a una velocidad de vértigo. Él flotaba adentro de la nave, ora cabeza arriba, ora cabeza abajo y se le cayeron de los bolsillos todas las monedas y varios billetes de cien australes. Los enanitos extraterrestres hablaban entre ellos en idioma jeringoso porque en un momento dado uno le dijo al otro: "Tepengopo mupuchapa hapambrepeapa" y se puso a comer un salame tandilero. Lo pasearon desde las siete de la tarde hasta las dos de la madrugada y volvieron a dejarlo en la Panamericana junto al coche.

Estas cosas, señora, le ocurren a su marido, créale, no le arme trifulcas acusándolo de mentiroso. Pero si no le cree, hágase la sota, llévelo a la cama, sáquele los zapatos, acuéstelo, arrópelo si hace frio y déjelo dormir doce horas seguidas.

A usted, señora, si sigue mis consejos al pie de la letra, su marido no le pedirá el divorcio. ¿Qué podria alegar?. ¿Que usted lo empalaga?. El empalago no es causal de divorcio

 

Maria E. Togno

 
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