Cosas de Brujas



Cosas de brujas

Tengo que hacer una confesión a mis lectores: estuve leyendo un libro de encantamientos, "La Clavícula Del Hechicero" o "El Gran Libro De San Cipriano" de editorial Domingo Ferrari, Buenos Airtes, sin fecha.

 

 

 

En mi descargo protesto que mi intención no fue lanzar un conjuro contra nadie, ni siquiera romper un maleficio contra mi persona. Llamemosle pura curiosidad científica.

 

 

 

Además me divertí mucho. Para edificación de los lectores, selecciono algunas de las joyitas de tan valiosa publicación.

 

 

 

Pág. 18: Para pactar con el diablo no debe tenerse miedo alguno, porque si se tiene miedo, ¡pueden pasar cosas terribles!. Afirma que el diablo castiga con un sinnúmero de sufrimientos a los que intentan engañarlo: ceguera, mudez e incluso la muerte. Conque ¡a no amilanarse!. ¡Qué no hay por que, hombre!.

 

 

 

Págs. 23 y 114: Para pactar con el diablo la primera condición es "tener el corazón limpio", "proceder con vocación y buena fe". No explica como se concilia esto con pactar con el maligno y menos si se trata de ponerle un "gualicho" a alguien.

 

 

 

Pág. 56: Exigir que aparezca un demonio de jerarquia, no un pobre diablo cualquiera.

 

 

 

Pág. 215: Para ser bruja, uno de los ingredientes es la "manteca de cóndor". ¿Dónde consigo eso?.

 

 

 

Pág 225: Para que el marido ame a su mujer lo mejor es un trozo de cuerno. ¡Humm!.

 

 

 

Pág. 73: No debe sorprendernos el aspecto del diablo. Puede presentarse como un terrible dragón echando fuego por las fauces. O un árbol con las ramas cortadas. O, peor aún (pág. 115): "... entonces el espíritu infernal se os aparecerá vestido con una casaca escarlata con galones de oro, un chaleco amarillo y unos calzones de color verde. Su cabeza, que se parecerá a la de un perro con orejas de asno, estará coronada por dos cuernos; sus piernas y pies serán como los de una vaca". No asustarse, pues y sobre todo ¡a no reirse!.

 

 

 

Chau por hoy, mis queridos lectores. Saquen ustedes sus propias conclusiones, pero por las dudas, no dejen de rezar. Uno nunca sabe, ¿no es cierto?.

Jorge Gallaham

Ilustración: Alfredo Grondona White

 

 
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