Braguetologa

28 de diciembre en 2010

Experta en Braguetas

 

De todos los espectáculos que nos prodiga el género humano, para mí no hay ninguno más interesante que el de las braguetas masculinas.

No quiero parecer jactanciosa, pero entiendo que soy una experta en la materia.

Comencé a estudiarlas cuando acababa de entrar en la adolescencia y aun hoy, luego de veintinueve años de vida, siguen resultándome interesantísimas. A tal punto que, a riesgo de que se me tilde de demente, me considero creadora de la Braguetologia , disciplina cuyo encanto mayor estriba en que debe ser practicada sin que el macho advierta que, en cierta forma, una está sometiéndolo a examen.

Por supuesto, tales inspecciones revisten no poco peligro.

¡Guay de la mujer que sea sorprendida con la mirada fija en una bragueta!.

Será puesta en la picota por quien la haya pescado in fraganti y terminará siendo acusada de ninfómana, depravada, perversa, enferma, maniática o histérica.

Tal riesgo es, empero, muy fácil de evitar. Basta con proveerse de un par de anteojos negros espejados y usarlos todo el tiempo que una esté despierta.

Por obra y gracia de esos adminículos puedo, desde hace años y sin tropezar con el menor inconveniente, analizar impunemente las braguetas masculinas, tanto al paso, o sea cuando me las cruzo en la calle, como en descanso, es decir cuando el hombre toma asiento.

En este último caso, no es improbable incurrir en conclusiones y errores, casi siempre debido a que el paciente de nuestra inspección cruza las piernas o las mantiene exagerada o mezquinamente abiertas.

Las arrugas que, en tales circunstancias, forma el pantalón sobre los muslos induce a ilusiones ópticas. Subsanables si se considera el grosor de la tela.

Y también su color: los colores oscuros tienden a empequeñecer; los claros, en especial el blanco, a magnificar.

Al cabo de mi larga experiencia creo que todas las braguetas pueden clasificarse en las pocas categorias que paso a detallar.

Bragueta prometedora.

Es la que, cuando el tipo camina sin demasiada prisa, permite apreciar un bulto respetable. Muchas veces no pasa de promesa y se queda en una vulgar "masa de confiteria" (es decir, puro huevo). Constituye, también, una reafirmación de aquello de que las apariencias engañan y de que no todo es oro lo que reluce.

Bragueta exaltada.

A mi entender es la que menos miente. Pertenece, por lo general, a un individuo afectado por eso que los médicos llaman eretio perpetuus.

Dado que es imposible que un varón esté todo el tiempo al palo absoluto, ese "entusiasmo fálico" debe servir de guía para deducir el tamaño que alcanzará la verga en su momento de máxima rigidez. Recuérdese que un resultado bastante verosímil se obtiene multiplicando por tres las dimensiones aparentes (al menos, así lo entiendo yo).

Bragueta triste.

No diré que abunda, pero lamentablemente tampoco escasea. Por lo general se trata de una hernia avanzada.

La he calificado de triste porque siempre obliga a exclamar: "¡Lástima que no sea verdad tanta belleza!".

Bragueta guerrera.

Es la que exhiben los fulanos que prefieren los pantalones de tiro corto, sin pinzas en el delantero. La tensión de la tela denuncia con bastante precisión hasta la forma del glande.

Son las que menos decepcionan en cuanto al verdadero tamaño del pene que cubren.

Bragueta enigmática.

Constituye un serio problema y es la que más abunda. La enarbola casi siempre un fulano que ha renunciado al calzoncillo clásico y sólo usa slips.

Esta prenda, a la que los médicos consideran causa, muchas veces, de esterilidad, permite acomodar los órganos sexuales de modo tal que parezcan inexistentes.

Bragueta generosa.

Creo que es más correcto llamarla así que bragueta despreocupada, como las bauticé en los primeros tiempos de mi estudio.

Es, por antonomasia, la que luce siempre desabotonada o con un cierre a mitad de camino. Es evidente que su dueño está siempre dispuesto a abrirla del todo.

Pero ¡atención!: lo mismo suele llevar a cabo dicha maniobra ante una dama que ante un caballero, tanto en la intimidad de un telo o en medio del ajetreo de un baño público.

Bragueta asustada.

Es aquella sobre la cual la mano del dueño se apoya siempre como con intención de planchar el bulto. A menudo es la que depara sorpresas más agradables.

 

Malena [Mendoza - Sept. 18]

 

Posdata: queda entendido que esta calificación carece de seriedad. Una cosa si es cierta: que a las mujeres nos gusta mirar los bultos masculinos. Y que algunas nos damos el lujo de hacerlo gracias a los anteojos oscuros.

 

 
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