Duros de Aguantar

Duros de Aguantar (1)

 

Nuestro perro "Apache" siempre fue bonachón y celoso. Una sola y loca vez tratamos de traer otro animal a casa: una perra policia de un año, con papeles que probaba su rancio abolengo. Duró una semana; nuestro pichichi, nuestro "enanese" (ese enano) se largó a atacarla con su boquita abierta y la perro lo miraba espantada... de tener que reaccionar y matarlo de un tarascón.

 

No hizo falta; el mejor marido del mundo y yo nos interpusimos siempre... y hoy nos faltan pedazos de "humanidad canina" que desaparecieron entre las fauces de la perraza.

 

Ganó "Apache". La perra, con todos sus benditos papeles hizo mutis por el foro.

 

Con el corazón y otras partes del cuerpo fruncidos de miedo, temimos un encontronazo feroz con los 'gatirris' siameses, que hace siete meses entraron en nuestra vida.

 

¡Ja, ja!. ¡Pobre "Apache"!. Para pelear hacen falta dos; ¿cómo pelear con quien nos ignora, nos desprecia y nos usa de almohadón para un mejor reposo?.

 

Tuvimos que tolerar el celo amoroso de los Miau-miau. Nuestra gata bizcocha ignoró a su macho durante dos largos meses. El pobre minino protestaba en su idioma sin respetos por horarios humanos.

 

Finalmente la esquiva cedió. ¡Qué suerte!, exclamamos los muy celestinos. Ahora gozaremos de unos pocos meses de sosiego.

 

El mejor marido del mundo calienta lechita para la futura gata mami. No recuerdo que haya sido tan amoroso conmigo.

 

¿Celosa yo?. Tal vez. ¡Pagaria porque la gatita se trepara a mis hombros y me desgarrara a rasguñones la espalda como le hace a mi consorte!. ¡El maricón tiene una cara de contento!.

 

Si, ya sé: la envidia es un sentimiento muy feo... además las gatas son caprichosas y el mejor marido del mundo le chamuya (lo sé porque los espio): "Bizcochita, bizcochita, bizcochita, chave usté que pareche un monito". Traidora!. ¡Maricón!.

 

Edda Diaz

 

Duros de Aguantar (2)

 

Como les conté, la llegada de los gatirris siameses cambió nuestras vidas. Incluso la del mejor perro del mundo, "Apache". De raza indefinida, negro de bebe, colorado después, siempre fue complaciente. Si tenia hambre, esperaba. Si deseaba salir, miraba. Nunca un mal gesto, nunca un ladrido.

 

¡Qué distinto de los prepos gatirris!. El primer dia que me atrasé diez minutos con su pitanza me miraron con rencor y me maullaron con altaneria.

 

¡A la pucha, animalitos de Dios!.

 

Se comen la comida de "Apache" e ignoran la propia. Son auténticos felinos, signifique esto lo que signifique.

 

Si se les acaricia el pecho bostezan mostrando la campanilla; si es el lomo reaccionan curvándose en un alarde de elasticidad que ya lo quisiera el Julio Bocca. Somos tan masocas que nos trastorna esa mezcla ideal de desdén y belleza.

 

¡Y pensar que la gente cree que los gatos son frios!.

 

No, señores, no; son monstruosamente apasionados; su indiferencia es tan auténtica que nos llena de amor.

 

A veces el macho, "Ramsés", alias "Bobo", se me acerca y me da violentos cabezasos de ternura, mientras a dos centímetros clava sus pupilas turquesas en las mias. Finjo ignorarlo... y me derrito.

 

Es que tengo hacia la belleza un corazón pagano.

 

Ahora que la bizcochita "Cleopatra", alias "Beba", está embarazada, andamos gagás tocándole la panza y diciéndole: "Panchota, panchota... " Se deja mimar con resignación e indulgencia.

 

Mientras tanto "Apache", anterior objeto de nuestros desvelos, nos mira como solo miran los perros... Y lo mimamos sorbiendo las hieles del remordimiento.

 

Hágame caso: si quiere se esclavo, hágase adoptar por un perro y dos gatos. Y aún queda algo más...

 

Edda Diaz

 

Duros de Aguantar (3)

 

Si hablo de los maridos, tengo tema para rato.

 

¡Que rian las señoras!, y que observen cómo reaccionan sus maridos con estas chanzas: si él se rie, querida, estás salvada; tu ejemplar tiene sentido del humor (esta forma de extorsión me parece estupenda porque ¿quién será el valiente que no se ría?).

 

Para hablar de los maridos hay que observar atentamente a uno; en efecto, uno solo es necesario. Como dice el poeta: "Pinta tu aldea y pintarás el mundo"; o sea, pinta "tu alegria del hogar" y pintarás las de miles de mujeres.

 

Ahí va eso: el dia que conocí al mejor marido del mundo, me saqué la loteria. No, si no lo digo yo; lo dice él y la mamá de él y la hermana de él. Es alto, delgado, tierno... y feroz. Todo al mismo tiempo. Es muchipersona.

 

Sus virtudes son tantas que si se le pide que las enumere, envejeceremos escuchándolo...

 

También tiene algunos defectillos -menores, según él- que no empañan para nada -según él- la magnífica convivencia que mantiene con el resto del mundo.

 

Amo a esta maravilla, pero el amor no me ciega: es un marido.

 

Por ejemplo, es hipocondríaco. Pero muy, muy; tanto que podria haber inspirado a Moliere en "El Enfermo Imaginario".

 

En quince años de convivencia le ha dolido todo; quiero decir TODO, desde el hígado a los ojos, de las uñas al pecho, desde el corazón al páncreas, de la boca del estómago a la pierna izquierda... pasando por la derecha. De la cara a la ceca. Su exquisita personalidad ha sido perturbada por el frio, el calor y la media estación.

 

Si este pobre hombre no gozara de excelente salud, estaria muy enfermo, lloriquean su madre y su hermana. Soporta los dolores ajenos con envidiable entereza.

 

Cierto es que cuando ha estado realmente enfermo (una o dos veces), no profirió una sola queja...

 

Si tu marido es parecido, las siguientes palabras son para vos: si él te despierta en medio de la noche... si sus ojos brillan... si su pecho se eleva tumultuoso... si sientes palpitar su cuerpo tibio... si sus manos tiemblan... si su voz es suave y susurrante y traiciona su emoción: no lo dudes, amiga; tiene asma. ¡Asma!.

 

Edda Diaz

 
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