Estoy gorda, Me siento gorda. el mejor marido del mundo me conforma:
"Bueno... quizá un poco rellenita; con un poco de constancia, método, gimnasia, bla, bla, bla... "
¡Monstruo!. Y para colmo monstruo flaco. Grr.
En una revista femenina descubro una fétida dieta roica. Prometen sacarte cuatro kilos de arriba en quince dias, solo con arroz, arroz y arroz. Ah, y agua, of course.
Demostrando una fueza de voluntad que ya la quisiera un estoico, mastico y trago arroz durante quince dias y adelgazo cuatro kilos... eso si: arroz nunca más en mi vida, lo juro.
Dadas las notables ventajas de la dieta roica, intento vencer la natural resistencia al sufrimiento de mi hermana y amigas, y de paso conseguir que alguien más se joda. Sudo, aplaudo, elevo la dieta roica al altar de lo sublime y no consigo nada. Nadie la hace. ¡Manga de desagradecidas!.
¡Quiero sacarme cuatro kilos!. Me ciega la ambición: me pongo tan-tan-tan ansiosa que en dos dias recupero dos kilos y desarrollo un humor de mil demonios.
El mejor marido del mundo me mira con respeto (¿será mudo?). ¿Qué fue de aquella mujercita frágil e indefensa?.
Me vuelvo sacrílega. Rezo. Hágase tu voluntad y que yo adelgace.
¡Odio el anillo de Saturno que la vida me puso donde tenia la cintura!
¡Buaaa... !
Edda Diaz
ya hubo 24 visitantes (39 clics a subpáginas) pasando por este sitio.