Fruto de la Fe

Año tras año, me recuerda que es...

 


Fruto De La Fe

 

Ronald Jager

 

Tendria yo unos diez años de edad aquel atardecer de junio. desde el porche de mi casa me llamó la atención una plantita desconocida que, a los sumo media 15 centímetros de altura. Mi padre dijo que era un manzano tierno. Inmediatamente lo adopté. Yo iba a trasplantarlo y a cuidarlo y el arbolito prosperaria. Cuando yo fuera grande y cultivara estas tierras, me daria magníficas manzanas.

Para el trasplante, mi padre propuso un sitio entre el jardín y la entrada para el auto y esa misma tarde hizo una pequeña excavación en el césped. Allí coloqué mi manzanito.

Como no sabía yo nada de árboles frutales, ignoraba que los manzanos nacidos de semilla -en lugar de injertos, como los árboles de nuestro huerto- a menudos son estériles o dan fruta de baja calidad. Si mi padre sabía esto, prefirió no empañar mi optimismo.

Cuidé de mi arbolito como la haria cualquier niño: a veces me olvidaba de él y en otros momentos le prodigaba afecto y atenciones. Lo alenté al ver que medraba a pesar de la mala hierba y de los periódicos ataques de Pearl, nuestra yegua de labor, que tenia debilidad por él y trataba de arrancarle una sabrosa rama siempre que podia.

Pasaron los años y mi árbol dio algunas flores, pero ni un solo fruto.

Tiempo después leí en un libro de texto de la escuela secundaria algo que me intranquilizó: los manzanos nacidos de semilla suelen dar frutos agrios y enjutos, de aspectos prehistóricos.

¡De haberlo sabido antes!.

Con todo, era un lindo árbol y yo le profesaba cariño, así que lo podé como recomendaba el libro. Por lo menos tendria buen aspecto.

Luego partí a la universidad y me olvidé de mi árbol.

No mucho después empezó a dar -primero con lentitud, luego con generosidad y por último con exuberancia- manzanas deliciosas y excelentes para todo: para comerlas crudas, en puré o deshidratadas. además, tenian menos insectos y enfermedades que los frutos de los árboles de nuestro huerto.

Hace ya 35 años que mi árbol produce frutas casi perfectas. Cuatrocientos kilos de manzanas no son nada para él. todos los otoños, mis parientes y vecinos vienen a sacudir sus ramas y a llevarse lo que en ellas haya quedado.

Yo tenia la certeza de que así iba a ocurrir. esta generosidad era ni más ni menos lo que esperé todos aquellos años en que ni yo sabía lo que estaba haciendo. De haber tenido un mínimo de conocimientos en esta materia, ni siquiera me habria molestado en transplantar y cuidar el arbolito. este se alimentó de mi fe ciega y la cosecha que habia parecido imposible llegó puntual cada año.

 

Eighty Acres: Elegy For A Family Farm

(c) Beacon Press - Boston - Massachusetts

 

Ilustración: Lynn Renee

 
 
ya hubo 37 visitantes (82 clics a subpáginas) pasando por este sitio.
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis