Desidiosos

Para perfeccionarse en el arte de "dejar para mañana lo que puedes hacer hoy" se necesita tiempo... algo que el autor no tiene.

 

Pobre de los Desidiosos

 

 

¿Deja usted para mañana lo que puede hacer hoy?.

En tal caso, es usted un desidioso y según algunos sicólogos a quienes entrevistó el Times de Nueva York, debe cambiar enseguida de manera de ser. Y no mañana: hoy mismo.

Un poco de morosidad es perfectamente normal. Esto lo aceptan los sicólogos; pero, en demasiados casos, se trata de una actitud peligrosamente neurótica, que puede acarrear graves consecuencias.

Supongamos que todavia está postergando la tarea de llenar la declaración de impuestos que se debe entregar cuanto antes. Así, está propiciando una catástrofe. Aunque usted no lo crea, muchísimas personas nunca entregan a tiempo sus declaraciones fiscales.

Y no es que les duela desprenderse de su dinero; dejan el trámite para después.

Por mi parte, nunca he postergado nada y jamás lo haré.

Esta no es una presuntuosa proclamación de virtud personal; la verdad es que no tengo tiempo para postergar asuntos. Lo que me intriga de los informes de que el mundo está lleno de personas desidiosas es ¿cómo puede haber tanta gente con tiempo para ser morosa?.

Permítaseme citar mi propio caso.

Hoy deberia telefonear a un hombre a quien le debo una pequeña suma de dinero, para preguntarle si podrá esperar el pago hasta el mes próximo. El motivo de que no le haya hablado es que extravié mi teléfono inalámbrico.

Si un teléfono inalámbrico es tan astuto como unas gafas para extraviarse, hallarlo me quitará por lo menos una hora y de plano, hoy no dispongo de una hora para buscar teléfonos extraviados.

Y aunque dispusiera de esa hora, no podria telefonear a mi acreedor, porque su número telefónico, que no aparece en el directorio, está en mi libreta de direcciones... la cual extravié la semana pasada.

Ayer, reservé tres horas para buscar la libreta de marras, pero me vi obligado a cancelar la búsqueda; recibí carta de un amigo mío quien me aseguró vendria a casa a escuchar mis elogios a los poemas que me envió hace varios meses para que los leyera.

Esto implicaba realizar la prolongada y vana búsqueda de esos poemas, que recuerdo haber visto por última vez en el sobre, cerrado aún, en el que hice las cuentas de mis impuestos.

Aquí, me dio otro ataque de amnesia. No pude recordar si, después de calcular el impuesto y llenar la forma, la deposité en el correo o la extravié. En este último caso necesitaria contratar un abogado para que me sacara bajo fianza, en cuanto me llevaran a la cárcel. Por consiguiente, al momento decidí llamar al abogado.

Fue entonces cuando descubrí la desaparición del teléfono inalámbrico. Tuve que desechar mi proyecto de consagrar cuatro horas de aquella noche a redactar las tarjetas de agradecimiento por los obsequios que recibí en la Navidad pasada, pues el amigo de los poemas perdidos habia dicho que acudiria a recibir mi incienso y yo tuve que permanecer sentado en la oscuridad, para que él creyera que habia yo salido del pais.

Como puede verse, por lo dicho, mi dia está tan atestado de asuntos que apenas dispongo de un minuto para darme el lujo de hacer postergaciones. La siguiente actividad de mi agenda, por ejemplo, es la investigación de los hábitos de las ratas. Desde hace años he estado convencido de que las ratas roban objetos y los esconden en sus nidos. Esta teoria se me ocurrió en cierta ocasión, hace diez años, cuando extravié unas gafas y no volví a verlas jamás.

En aquella época, teníamos una rata en casa. Estoy seguro de que esa rata se llevó mis anteojos. Todos se rieron de mi hipótesis, pero yo resolví acudir a la biblioteca para documentarme sobre los hábitos de estos roedores, con la esperanza de poder reir al último.

Por desgracia, durante los últimos dos lustros, siempre se me han presentado cosas más urgentes. Pero, ahora que también han desaparecido el teléfono inalámbrico, mi libreta de direcciones y un sobre cerrado lleno de poemas, he resuelto actuar con diligencia. Muy bien podríamos tener en esta casa una rata, ocupada en aumentar mi cuenta telefónica.

Si. ¡Mañana mismo iré a la biblioteca!

 

Russel Baker

 

New York Times, Co.

 
 
ya hubo 27 visitantes (49 clics a subpáginas) pasando por este sitio.
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis